Foto: Plaza Alta (Algeciras)
S A N B A R T O L O M E 6 3. G E N T E

miércoles, 29 de septiembre de 2021

 

MANUEL GAITERO

 


sábado, 25 de mayo de 2019

Ahora que vamos a votar: ¿qué democracia queremos?

 

Es frecuente encontrar personas que, aunque acogieron con entusiasmo el cambio de régimen que tuvo lugar en España hace ya 40 años, hoy añoran o desean una vuelta a un modo de gobierno que asegure mejor la tranquilidad necesaria, la seguridad en un paseo nocturno por las calles, el sentirse protegido en su persona y bienes. Y es que la “democracia” que nos han servido algunos políticos de última hora, que nunca echaron de menos la libertad cuando vivían cómodamente sin ella, y sobre todo la generación nacida en la década de los 70, que va de “antifranquista”,  ha creado la convicción en bastantes personas, sobre todo en un buena parte del mundo juvenil, que democracia equivale a “poder hacer todo lo que antes estaba prohibido.”. Las llamadas movidas juveniles,  dan la impresión de que un sector bastante amplio del mundo juvenil, - ante la impotencia o permisividad de las autoridades,- entienden que en democracia todo es lícito en nombre de la libertad. Lo alarmante es, que precisamente el sector de la población que ha nacido o crecido en democracia, tiene menos hábitos democráticos que muchas personas adultas que crecieron en un clima de intolerancia y represión y carente en gran parte de educación escolar más elemental. Y hasta algunos, entre las fuerzas del orden, y “aprendices” dirigentes, quieren darnos a entender que esta situación: de ruidos, destrozos de coches, farolas, escaparate….Y todo esto hay que soportarlo como una factura inevitable de la “democracia”. Y a quienes se quejan, le presentan el falso dilema: o esto, como precio de la libertad, o lo de antes, control del orden público, con la pérdida inevitable de libertades.  Por parte de no pocos de los sufrientes ciudadanos que ven limitados y hasta suspendidos algunos de los derechos que más aprecian, como: descansar de noche, sin sobresaltos por los ruidos de gritos o motos, gozar de una ciudad habitable, limpia, protegida..., sienten la tentación de desear la vuelta atrás, pues piensan que una situación teórica de libertad, de la que no pueden disfrutar, no merece un precio tan alto. ¿Qué decir ante esta situación?. Creo que es el momento de afirmar y gritar ya que a esta “democracia” hay que oponer la DEMOCRACIA. La que nace de un pueblo soberano, educado en el respeto a los derechos de los demás. La que siente su protección en la confianza que tiene en una ley que nos hace a todos iguales. (Ya está bien de “aforados” ). Una democracia que no permita que se manipule el precioso don de la libertad para justificar, dejar impunes, tantos actos y actitudes que ofenden y dejan sin protección al más pacífico, al más respetuoso con las personas y con el patrimonio de todos, al que sigue creyendo, a pesar  de todo, que la DEMOCRACIA es un bien irrenunciable y la mejor garantía para una convivencia en orden, con seguridad, paz, justicia y sobre todo libertad. Si a algo se debe asociar la DEMOCRACIA, es a estos valores que hoy se ven amenazados por quienes enarbolan la bandera de la libertad, que dicen recibir de la democracia, cuando justamente lo que hacen es destruirla en su esencia.

Manuel Gaitero Rosado DNI. 31448252   

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martes, 14 de mayo de 2019

La Iglesia y la Política - 2ª parte

 

¿Cuál es el lugar de la Iglesia en Política?

No tener un lugar no quiere decir que busca un terreno al refugio de todo compromiso, sino que ninguno de los lugares se adecua totalmente a su mensaje. Pero de hecho, izquierda y derecha desean ir del brazo de la Iglesia, aunque luego una y otra tengan en común el rechazo a su mensaje cuando no les sirve como apoyo a sus fines. La derecha tiene que enterarse de una vez, que la Iglesia no es su aliada natural y la izquierda  debe enterrar recelos ancestrales que le hacen mirar constantemente a la Iglesia como su freno hacia el progreso. Una y otra tendencia no tiene otra cosa que exigir y esperar de la Iglesia, sino que sea siempre una fuerza espiritual que genere y mantenga en el hombre la sed de liberación y la conciencia de su dignidad intocable. La historia del último siglo, es muy rica en mensajes y testimonios, de los Papas y de no pocos teólogos, defendiendo sin descanso el valor de la persona humana, como prioridad evangélica, incluso ante gobiernos que llamándose democráticos, han intentado manipular y configurar la misma conciencia del hombre, con el fin de crear un tipo de ciudadano, fiel imagen de la filosofía del Poder, y evitar así la posibilidad de una actitud crítica y la confrontación entre el pueblo y el Poder.

En este punto es donde entran en conflicto los Poderes públicos con la Iglesia. El Estado reclama para sí todo lo que concierne al ciudadano, y la Iglesia se considera centinela permanente de la autonomía e independencia del hombre frente a los poderes del Estado. A la Iglesia no preocupa sólo y exclusivamente las almas, como pretendía el “fascismo”. El núcleo de la predicación de la Iglesia es que la persona debe ser respetada como el valor supremo y su dignidad es inalienable.

La fe cristiana no trata sólo de preparar al hombre para lograr una vida nueva tras la muerte, sino que también le da razones para realizarse cada día más como ser libre y liberador, convirtiéndolo así en agente eficaz en la construcción de un mundo en el cual se den unas  relaciones más justas y fraternales, rechazando cualquier intento de manipulación y todo lo que atente contra su dignidad. Esto es lo que está en el fondo de todas las intervenciones de la Iglesia en la vida pública. Y esto es lo que molesta o no comprenden los que detentan el Poder.

La Iglesia ante las distintas formas de Gobierno.

La Iglesia no pretende dirigir el ordenamiento de la sociedad civil, sino que sea cual sea  el sistema político que se dé a sí misma la sociedad, los creyentes siempre recibirán de la Iglesia la palabra que les recuerde la grandeza de su dignidad para que, desde su conciencia iluminada por la fe, pueda discernir qué se opone a su dignidad y qué contribuye a su realización como persona. Según esto, la Iglesia no es neutral o indiferente ante cualquier régimen de gobierno existente en la sociedad. Entre un régimen dictatorial, que hace imposible la realización del hombre como ser libre y reduce la acción de la Iglesia a lo estrictamente cultual y religioso y un sistema democrático, es evidente que tiene que apostar por éste. Pero habiendo pluralidad de opciones o modos de realizar la democracia, la Iglesia en su enseñanza a los creyentes no determina a qué partido debe votar, sólo recuerda que se debe tener preferencia por aquel que, según nuestra conciencia, se aproxime más a los valores anunciados en el evangelio, concretamente aquel que mejor defienda a los más débiles e indefensos. La realidad plural del voto demuestra que este mensaje, ni determina el voto, ni lo hace uniforme.

Política o valores morales.

El ensayo del PSOE. fue un intento de sustituir valores religiosos por la “ética de la responsabilidad”, que diría Max Weber. Olvidó que un mundo sin referencia religiosa, en nuestro caso la expresada por la cultura cristiana, produce un mundo vacío de valores morales. Y naturalmente cayó en el pragmatismo político más burdo. El todo vale si lleva al Poder o sirve para conservarlo se convirtió en el valor máximo, y esto es un valor típicamente burgués. El filósofo Kant decía: “ La verdadera política no puede dar un paso sin haber rendido previamente pleitesía a la Moral”. Por eso no pudo dar un paso que significara avance en calidad humana, ni siquiera en lo económico. Pues la socialdemocracia del PSOE consagró como único modelo económico aquél que fue tradicionalmente rechazado desde el nacimiento del socialismo como su principal enemigo. Según esto la economía ya no es de izquierdas o de derechas, sino política de crecimiento de acuerdo con las tendencias internacionales del mercado.

 

Manuel Gaitero Rosado

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miércoles, 8 de mayo de 2019

La Iglesia y la Política( 1 parte)

 

 

Cualquiera que sea el sistema de gobierno siempre ha sido tema de polémica la irrupción de la Iglesia en la vida pública. Y sin embargo, tanto en los regímenes totalitarios como en los sistema democráticos, la presencia de la Iglesia ha sido deseada y rechazada al mismo tiempo. 

 

Ha sido deseada en el sentido de aspirar a que la Iglesia se convierta en un apoyo de la política del partido en el Gobierno. 

Pero ha sido siempre rechazada, y duramente criticada,  cuando ésta ha disentido públicamente de los contenidos o métodos empleados por el Gobierno. 

 

Quizás el ejemplo más claro lo tengamos en el régimen de Franco. Todos recordamos que en las Cortes se sentaban algunos Obispos designados por Franco. Pero éstos que participaron tan directamente en las instituciones políticas nunca fueron acusados de hacer política. Sin embargo, aquellos Obispos y sacerdotes que expresaron en público la necesidad de que se respetaran los derechos humanos, (libertad de expresión, derecho de asociación...) o denunciaron su permanente supresión, fueron objeto de críticas, desprecios, acusaciones y hasta encarcelados. 

 

Es decir, en el régimen dictatorial no se denunciaba a la Iglesia que participaba de su política, sino a aquella parte que, sin pertenencia a la realidad política de entonces, desde la libertad evangélica, denunciaba métodos, comportamientos, instituciones, que atentaban contra los derechos de los ciudadanos. 

El discurso siempre es el mismo, en la dictadura y en la democracia: la Iglesia no se debe meter en política.

 

¿Qué quiere decir esto? ¿ Que los ciudadanos que reciben un sacramento para el servicio de la Iglesia, pierden por ello sus derechos como ciudadano? ¿Existe en la Constitución algún artículo que prive a algunos ciudadanos de sus derechos, en concreto de la libertad de expresión y de opinar sobre la vida pública, sólo por ser un creyente cualificado en su ámbito religioso?. 

Quede claro que no estoy defendiendo que los clérigos “hagan política” en su sentido verdadero que sería: pertenecer a algún partido, difundir o propiciar la ideología de algún partido en concreto. Esto sería hacer política. Pero no sería justo, ni defendible desde la Democracia, pretender amordazar a la Iglesia Jerárquica para que no anuncie los valores del evangelio y denuncie aquello que en la práctica política signifique una disminución de las libertades o atropello de la dignidad de la persona que debe ser siempre defendida como centro y fin de la política y no puede quedar sometida a los intereses políticos de partido o a los intereses económicos del sistema capitalista. 

 

En este país hemos asistido en poco tiempo a una crítica feroz contra la Jerarquía de la Iglesia porque no se adhirió a un proyecto político, (porque eso sí significaría por parte de la Iglesia “hacer política”), y ahora se le critica con más dureza aún, porque ha ejercido su derecho a opinar y orientar a sus fieles sobre un tema político en el que participan también Gobierno y oposición. Por supuesto, que tanto los políticos profesionales, como el resto de los ciudadanos, creyentes o no, pueden opinar que “la Carta de los Obispos vascos”, quizás contenga expresiones inoportunas, pero  insultar a los Obispos y negarles el derecho a opinar ¿ es democrático?

 

 Manuel Gaitero Rosado

 

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jueves, 25 de abril de 2019

VOTAR, A PESAR DE TODO

 

A pesar de que existen no pocas razones para sentirnos desmotivados a la hora de votar, creo que puede ser positivo votar. Aunque tenemos el temor, no sin razón, de que así le hacemos el juego a quienes han reducido nuestra democracia al ejercicio del voto, impidiendo luego o no potenciando la PARTICIPACIÓN ciudadana los demás días del año. A pesar de que nuestro voto pueda convertirse en manos de los que gobiernan en arma arrojadiza contra nosotros como ciudadanos, contra la naturaleza amenazando su supervivencia, o contra la paz sembrando de misiles la tierra de los pobres. A pesar de todo merece la pena votar aunque sea en blanco, siempre que no nos situemos ante este triste panorama con mentalidad fatalista, como si esto tuviera que ser así, sin remedio. ¡No! Todo lo que es fruto de la acción humana puede ser cambiado y transformado cuando nuestro voto va acompañado de un ejercicio permanente de responsabilidad para frenar las anomalías presentes en nuestra democracia como:

- el crecimiento insoportable del aparato burocrático que se convierte en una sangría del dinero público a favor del enchufismo.

- la supremacía de los intereses particulares o de partido sobre los intereses generales.

- el clientelismo fomentado por algunos partidos cambiando el proyecto político electoral por vallas publicitarias, “para que gane el que mejor se anuncia”, y mejor vende la imagen.

A pesar de todo merece la pena votar siempre que:

-nos situemos ante la campaña electoral con una actitud  crítica, reflexiva, analizando los mensajes, para descubrir, lo que pueda haber en sus portadores de arrogancia,  engaño con promesas fáciles irrealizables, intereses ocultos para mantener el sistema económico-social, o la honestidad, la promesa sincera y realista, la apuesta leal por un cambio que responde a las verdaderas necesidades de los más débiles y devuelvan el protagonismo a la sociedad, favoreciendo la participación diaria desde las asociaciones vecinales, y así poder construir con nuestro voto una sociedad distinta, más humana, más justa y solidaria.

 

Sé que el número de los creyentes, que como tales se plantean su voto, es minoritario, aunque el número de bautizados sea mayoritario. Pero como perteneciente a ese pequeño grupo les invito a evitar la tentación de considerar desde la indiferencia las diversas opciones políticas, como si todas fueran iguales, o pretender inventar una política de apellido cristiano como alternativa a la actual. Ésta es la que hay y este es el mundo que existe. Esta es la masa en la que Jesús nos dice que “tenemos que ser levadura”. El creyente en Jesús no juzga de la bondad o maldad de la política según la promesa que algunos hacen de defender los intereses religiosos, sino según la defensa real y diaria que hacen de los derechos humanos.

 

- Manuel Gaitero -

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lunes, 28 de marzo de 2016

Una nueva forma de sociedad

 



En estos domingos de Pascua leeremos en la liturgia de la palabra una descripción muy llamativa sobre el modo de vida de las primeras comunidades cristianas nacidas de su fe en la Resurrección. “Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común: vendían posesiones y los bienes y repartían entre todos según la necesidad de cada uno. “ 

Es verdad que esto no duró mucho tiempo y que hubo muchos “aprovechados”, que son los que malogran las cosas buenas, hechas con generosidad. Pero es evidente que esa forma de vivir y de entender la comunicación de bienes tenía su fuente y se alimentaba de la fe en el Resucitado. 

Aquí no hubo ninguna revolución cruenta que impusiera por las armas el modo de vivir en fraternidad, igualdad y justicia. Después de esta pasajera experiencia solo se ha repetido este modo de entender la convivencia en los monasterios y conventos, aunque cada vez menos. 

Crear una sociedad donde la producción esté al servicio de las verdaderas necesidades, al servicio del Bien Común, y que los bienes producidos se compartidos en función de las necesidades de cada uno ha sido el objetivo de las revoluciones modernas del pasado siglo: Unión soviética, Cuba, China…Pero ya hemos visto cómo se descomponen y vuelven al capitalismo más salvaje. 

A mi parecer, entre otras razones, creo que la causa principal ha sido que se ha creado por la fuerza de las armas las estructuras propias para hacer una sociedad distinta, pero no se ha hecho el hombre distinto para esa sociedad nueva. 

En las primeras comunidades hubo una conversión, un cambio del corazón que propiciaba una nueva manera de convivencia más fraternal y solidaria y a medida que este primer fervor se fue apagando fue también despareciendo esta nueva manera de vivir como hermanos. 

Los líderes o promotores de las revoluciones comunistas antes aludidas, pensaron que cambiando el agua, cambiarían los peces. No se esforzaron tanto en cambiar los corazones, como sí lo hicieron por cambiar las estructuras, pero éstas por sí solas no cambian al hombre, si no hay una tarea simultánea encaminada a despertar en el ser humano ese deseo de cambiar el corazón y poner el Bien Común por encima del bien particular. 

Pero pese a este fracaso, soy optimista y creo que el socialismo tiene futuro, porque pienso que será la nueva etapa de la historia ya que todas las formas de sociedad han ido evolucionando aunque sea difícil definir cuando termina una y empieza otra: recordemos cómo han ido desapareciendo y naciendo nuevas maneras de convivencia: esclavitud, feudalismo…un sistema capitalista que en estos dos últimos siglos ha demostrado su gran capacidad de adaptación para sobrevivir, pero que camina inevitablemente hacia su propia aniquilación. 

Manuel Gaitero Rosado

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sábado, 20 de febrero de 2016

La misericordia de Dios no se merece, se acoge



No estoy seguro que se esté transmitiendo al pueblo de Dios el mensaje necesario para que la gente más sencilla, comprenda el verdadero significado del año jubilar, y qué impacto debe tener en nuestra vida esta verdad fundamental y esencial que es que Dios es Misericordia. 

La mayoría de las programaciones que he escuchado desde el obispado, de las parroquias y de la reuniones arciprestales se limitan a programar: misas de madrugadas o a medianoche, exposiciones del santísimo durante noches enteras, entrada o paso por puertas de Santuarios o catedrales que conceden redención de penas, o indulgencias…Es evidente que no soy teólogo ni experto en la historia de la Iglesia, es decir soy un ignorante, lo reconozco. Pero también es evidente que no hay una sola línea ni en los evangelios, ni en la tradición de la Iglesia apostólica que nos dé pie para estos inventos. Y lo peor es que tengo la impresión que todos estos actos  que se programan para celebrar este año de la misericordia, más bien ocultan el verdadero misterio de la Misericordia de Dios. Da la impresión de que toda esa programación está orientada a decirle a los fieles lo que tienen que hacer si quieren ganarse la misericordia y el perdón de Dios, con lo cual se desorienta al pueblo de Dios haciéndole creer que ellos, con sus actos de culto, se ganan la misericordia de Dios y entonces resulta que no se educa a los fieles en la actitud de agradecimiento a Dios que se da gratuitamente, sin esperar que hagamos mérito para ello. Y lo que es peor se olvida aquello de “Misericordia quiero y no sacrificios”. Pero hay algo peor en todo este montaje cultual, extraño al verdadero sentido de lo que se quiere celebrar, y es que se olvida el verdadero sentido que los profetas le dan a este tiempo jubilar. Sabemos que con el año jubilar se quería recordar que tenemos que devolver a la tierra su sentido originario, tenemos que perdonar, conceder amnistía, perdonar las deudas…y sobre todo el año jubilar invita más que nunca a toda una tarea de solidaridad, trabajo por la justicia, a compartir el pan, dar techo a los que carecen de una vivienda digna, ayudar a los que sufren la carencia de libertad, en las cárceles, o en regímenes totalitarios, reconstruir la paz y los derechos humanos…Pero esta no es solo la tarea que nos pide el año jubilar, es la tarea que nos identifica siempre como creyentes en el Dios que es Misericordia.   

Manuel Gaitero Rosado

 

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lunes, 27 de julio de 2015

La Iglesia y la Política( 1ª parte)

 

Foto de perfil de Manuel Gaitero

 

Cualquiera que sea el sistema de gobierno siempre ha sido tema de polémica la irrupción de la Iglesia en la vida pública. Y sin embargo, tanto en los regímenes totalitarios como en los sistema democráticos, la presencia de la Iglesia ha sido deseada y rechazada al mismo tiempo. Ha sido deseada en el sentido de aspirar a que la Iglesia se convierta en un apoyo de la política del partido en el Gobierno. Pero ha sido siempre rechazada, y duramente criticada,  cuando ésta ha disentido públicamente de los contenidos o métodos empleados por el Gobierno. 

Quizás el ejemplo más claro lo tengamos en el régimen de Franco. Todos recordamos que en las Cortes se sentaban algunos Obispos designados por Franco. Pero éstos que participaron tan directamente en las instituciones políticas nunca fueron acusados de hacer política. Sin embargo, aquellos Obispos y sacerdotes que expresaron en público la necesidad de que se respetaran los derechos humanos, (libertad de expresión, derecho de asociación...) o denunciaron su permanente supresión, fueron objeto de críticas, desprecios, acusaciones y hasta encarcelados. Es decir, en el régimen dictatorial no se denunciaba a la Iglesia que participaba de su política, sino a aquella parte que, sin pertenencia a la realidad política de entonces, desde la libertad evangélica, denunciaba métodos, comportamientos, instituciones, que atentaban contra los derechos de los ciudadanos. 

El discurso siempre es el mismo, en la dictadura y en la democracia: la Iglesia no se debe meter en política. ¿Qué quiere decir esto? ¿ Que los ciudadanos que reciben un sacramento para el servicio de la Iglesia, pierden por ello sus derechos como ciudadano? ¿Existe en la Constitución algún artículo que prive a algunos ciudadanos de sus derechos, en concreto de la libertad de expresión y de opinar sobre la vida pública, sólo por ser un creyente cualificado en su ámbito religioso?. 

Quede claro que no estoy defendiendo que los clérigos “hagan política” en su sentido verdadero que sería: pertenecer a algún partido, difundir o propiciar la ideología de algún partido en concreto. Esto sería hacer política. Pero no sería justo, ni defendible desde la Democracia, pretender amordazar a la Iglesia Jerárquica para que no anuncie los valores del evangelio y para que no denuncie aquello que en la práctica política signifique una disminución de las libertades o atropello de la dignidad de la persona que debe ser siempre defendida como centro y fin de la política y no puede quedar sometida a los intereses políticos de partido o a los intereses económicos del sistema capitalista. 

En este país hemos asistido en poco tiempo, a una crítica feroz contra la Jerarquía de la Iglesia porque no se adhirió a un proyecto político, (porque eso sí significaría por parte de la Iglesia “hacer política”), y ahora se le critica con más dureza aún, porque ha ejercido su derecho a opinar y orientar a sus fieles sobre un tema político en el que participan también Gobierno y oposición. Por supuesto, que tanto los políticos profesionales, como el resto de los ciudadanos, creyentes o no, pueden opinar sobre las declaraciones de los Obispos que parezcan inoportunas,  pero  insultar a los Obispos y negarles el derecho a opinar ¿ es democrático?



 

Manuel Gaitero Rosado D.N.I. 31448252f

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viernes, 20 de febrero de 2015

OSCAR A. ROMERO “La semana Santa en vivo”

 

Foto de perfil de Manuel Gaitero

 

Parece que fue ayer, porque me duele como si hubiera sido hoy, pero dentro de un mes se cumplen 35 años del asesinato de Oscar Romero. 



El 23 de marzo de 1980, el Arzobispo Oscar A. Romero, culminaba una larga homilía de 20 folios con estas patéticas palabras dirigidas al gobierno y a las fuerzas públicas:"LES SUPLICO, LES RUEGO, LES ORDENO EN NOMBRE DE DIOS;¡CESE LA REPRESIÓN!"

Pero no eran estas palabras las más atrevidas de su larga homilía. Antes había dicho refiriéndose a los soldados y policías de la Guardia Nacional, ejecutores de multitud de asesinatos, torturas y secuestros ordenados por el Gobierno de EL SALVADOR:"HERMANOS...,ANTE UNA ORDEN DE MATAR QUE DÉ UN HOMBRE, DEBE  PREVALECER LA LEY DE DIOS QUE DICE: NO MATAR...NINGÚN SOLDADO ESTÁ OBLIGADO A OBEDECER UNA ORDEN CONTRA LA  LEY DE DIOS...UNA LEY INMORAL, NADIE TIENE QUE CUMPLIRLA..."



La respuesta del Gobierno no se hizo esperar. Un día después, el 24 de marzo a las 6'30 de la tarde mientras celebraba la misa, una bala hacía estallar su corazón. Sólo tres años y un mes escaso estuvo al frente de la archidiócesis de San Salvador.



Cuando llegó a esta atormentada Iglesia, el 22 de febrero de 1977, traía fama ganada de eclesiástico moderado, conservador, aunque considerado un hombre bueno, un hombre de fe, y muy fiel a Roma. Inmediatamente después de su presentación, en  reunión que mantiene con el Gobierno junto a otros Obispos, se le entrega una lista de sacerdotes considerados subversivos por el Gobierno. La iniciativa  privada y la prensa a su servicio dispensa una acogida entusiasta al nuevo arzobispo, quien por sus antecedentes ofrece garantías de acabar con los que ellos llaman "curas subversivos".El Gobierno acaba de realizar algunas expulsiones, secuestros y torturas de sacerdotes extranjeros(misioneros).



Ahora con el nuevo arzobispo piensan que todo será más fácil y éste se ocupará de frenar a los sacerdotes "molestos", o al menos contarán con la complicidad de su prudente silencio de hombre reconocido como muy espiritual, alejado de la realidad que sufre el pueblo salvadoreño y que tanto preocupaba a estos sacerdotes. El arzobispo Romero confesaría más tarde a algunos de sus sacerdotes considerados progresistas, que él había sido enviado allí, para acabar con aquellos sacerdotes cuya línea profética de denuncia de las injusticias, a favor de los campesinos, constituían un problema molesto para el Gobierno. 

Pero la crueldad con que reprimen, no sólo a los campesinos, sino sobre todo a quienes les apoyan y defienden: sacerdotes, catequistas y religiosos, hace que el clamor de los humildes llegue al cielo, y cuando un hombre como el arzobispo Romero, tiene su corazón sinceramente en Dios no se hace el sordo, y mira a la tierra, mira a los oprimidos por la injusticia y toma partido en favor de su causa, porque la causa de los pobres es la causa de Dios. 



Pero el primer suceso que propició la conversión del arzobispo al Dios que se identifica con la Justicia, fue el asesinato del P. Rutilio Grande que junto con otros cristianos comprometidos fue victima de la brutal represión reinante. No habían pasado aún tres semanas de su llegada a S. Salvador. La reacción eclesial y el clamor popular sensibilizaron hasta lo inimaginable a este arzobispo considerado por el Gobierno y la Oligarquía como un aliado natural por su estilo tradicional, moderado y piadoso.



No contaban con una realidad. El arzobispo Romero tenía un corazón bueno capaz de oir el llanto del Dios de la Vida, que no quiere la muerte. Más tarde, en varias ocasiones, haría alusión sobre lo que significó para su conversión este asesinato del P. Rutilio tan querido para él y para los campesinos por su ejemplar entrega a la causa de los más pobres. Los asesinatos de sacerdotes y cristianos más significados en el servicio evangelizador continuaron y cada uno de ellos fue ayudando al arzobispo a profundizar en la fe en un Dios Padre Celestial que vive y se solidariza con los oprimidos de todos los tiempos. 



Hace ya casi 35 años, y como ahora, faltaban pocos días para celebrar la Pasión y muerte de Jesús. Una vez más un pueblo pobre volvió a llorar lleno de fe y de rabia la muerte injusta del inocente. Pero su sangre derramada, como la de Cristo, fue semilla no sólo de nuevos cristianos, sino también de nuevos mártires. Su profecía se ha cumplido con creces:"Si me matan, -decía-, resucitaré en el pueblo salvadoreño". 

Su mensaje, que es el evangelio, está vivo y sigue contagiando. Hace tiempo que me pregunto por qué Roma tarda tanto en reconocerle como mártir, quizás porque aún hay mucha Jerarquía eclesiástica que tildan de políticos a los que defienden la causa de los pobres. Confieso que desde hace más de un año, encomiendo mi salud a él, y no sé si estoy curado, según los médicos no,  pero me siento bien, y ¿por qué no? A lo mejor algo tiene que ver con esto este santo mártir.

  Manuel Gaitero Rosado D.N.I 31448252f



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viernes, 9 de enero de 2015

¿ Seguridad o libertad?

 

Me niego a aceptar el dilema “Seguridad o Libertad”. 

Sí. No solamente me niego a aceptar este interesado sofisma, como si fueran realidades o valores contrapuestos, de modo que haya que sufrir la inseguridad para gozar un poco de la libertad, o haya que sacrificar la pasión por la libertad si se quiere gozar de una situación aceptable de seguridad, sino que me atrevo a pensar que Seguridad y Libertad van de la mano y son inseparables

No me siento seguro, sin libertad, y siento disminuida mi libertad cuando se debilita mi seguridad. Sí,  nos están engañando quienes dicen proteger nuestra seguridad, recortando cada vez más nuestra libertad multiplicando los controles. 

Mientras tanto los que atentan contra nuestra seguridad y tranquilidad, son utilizados como un freno por quienes están interesados en que no ejerzamos nuestras libertades. Le hacen el juego “ciertos políticos” aparentemente defensores de la libertad, que manifiestan sus temores, cuando se exige más honradez profesional a los agentes del orden público para aplicar las leyes que protegen el orden, el respeto a nuestros derechos, frente a quienes nos gritan, con los hechos, diariamente que “la calle es de ellos”. 

Ante la puesta en práctica de las leyes que la democracia ha elaborado para nuestra seguridad como ciudadanos libres, no hay que temer que signifiquen recortes para quienes de forma evidente, atacan el derecho a la seguridad y libertad de los demás. 

Al mismo tiempo, no sólo los políticos, sino todos los ciudadanos debemos estar vigilantes, para que los agentes del orden público se limiten a cumplir y aplicar con honradez profesional, las leyes de las que ellos son meros servidores, al servicio de la seguridad de todos.   La imagen del policía democrático no debe recordarnos para nada a la de otros tiempos no democráticos, cuando parecía más efectiva, no porque era un fiel ejecutor de las leyes, sino porque abusivamente se convertía él mismo en Ley indiscutible y siempre gozaba del peso de la razón. Entonces la policía no siempre reprimía o aplicaba la ley al verdadero delincuente, sino que con frecuencia el ciudadano era considerado delincuente dependiendo, a veces, únicamente de su voluntad. 

Estos gestos son intolerables en una sociedad democrática. Pero rechazando este atropello incalificable, no podemos aceptar que su eficacia resulte nula a la hora de protegernos de los que habitualmente por divertimento destruyen alumbrado público, vehículos… ocupan calles, plazas, impidiendo el disfrute de las mismas al resto de los ciudadanos. 

El legítimo derecho a la diversión no tiene por qué convertirse en una extorsión o violación del derecho a la seguridad  y a la libertad de la mayoría de los ciudadanos cuando pasean por las calles. 



En esto se  diferencia la democracia de la dictadura. La libertad de unos no conlleva ni recorte ni inseguridad para los demás. 

Por eso, no es verdad que dictadura sea igual a seguridad con recorte de libertad. 

La dictadura niega en la práctica las dos. 

Pero muchos de nuestros políticos, teóricos de la democracia, aceptan el falso dilema: “libertad o seguridad”, sintiendo complejo de defender la seguridad, como si ésta fuera una bandera sospechosa de la derecha o de la dictadura. Los políticos de esta última hornada tendrían que haber experimentado en su carne las consecuencias de la inseguridad en un régimen autoritario: sabrían lo que es la amenaza a la integridad física, recibida por teléfono o por carta, el secuestro de la correspondencia, control del teléfono, (que ahora más) la negación de pasaporte, las calumnias más vejatorias... 

Por esto reivindico, sin complejos, la seguridad como compañera inseparable de la libertad y como seña de identidad de la verdadera democracia, y no solo quiero aplicar estos criterios al referirme, como ahora, a la inseguridad que genera en las calles el llamado “botellón”, sino también, y sobre todo, en estos momentos cuando actúa el terrorismo.



Sanlúcar

Manuel Gaitero Rosado D.N.I. 31.448.252 F

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miércoles, 7 de enero de 2015

 


 Foto de ordenación cercana a los acontecimientos que denuncia el comisario de San Fernando. Bebía el cáliz de la eucaristía anuncio del cáliz de la pasión de amenazas de procesamiento, cárcel, destierro.. palizas 

 

 

 

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jueves, 1 de enero de 2015

La ley y la libertad de las conciencias

 

Foto de perfil de Manuel Gaitero

 





Con el deseo de que este año nuevo transitemos por el sendero de la libertad. Podemos sin "Podemos"




Cuando la ley proclama su supremacía frente a la conciencia, me parece que estamos en la antesala de la dictadura.



Hace unos años, en una tertulia de TVE, una conocida política de primera fila, afirmaba: “la ley está por encima de la conciencia”. Cuando esta afirmación se convierte en dogma indiscutible de los gobiernos, sean progresistas o conservadores, me echo a temblar, porque con ese criterio todo es posible y justificable: la quema de herejes, el fusilamiento de los rebeldes, los golpes de Estado con la obediencia incondicional de los militares, la lapidación de las adúlteras, el exterminio en los campos nazis…Y según este criterio Antígona deja de ser la heroína que levanta la bandera de la libertad de las conciencias frente a las leyes tiránicas del rey, y pasa a ser una simple rebelde sin sentido.



Una democracia que camina por estos atajos para hacer efectivas sus leyes, está minando los propios cimientos de la democracia. Más que condenar, como enemiga, la libertad de las conciencias, la democracia debería alimentarla y respetarla como garantía y semilla de una democracia que permanentemente se renueva y redescubre su verdadero fundamento.



¿Nos hemos olvidado de que eran leyes del Estado, (que algunos nos resistíamos a obedecer), las que nos prohibían en el régimen anterior las libertades cívicas y políticas? Es una falacia argumentar que ahora es diferente porque la ley representa a la mayoría, porque ni es verdad numéricamente, ni la mayoría es creadora de la verdad y la justicia. ¿no gozaban del apoyo de la mayoría todos los crímenes antes recordados?



Frente a las leyes, por sagradas que parezcan, sigo apostando por la libertad de las conciencias que buscan, con sinceridad, lo que respeta más la vida y dignidad de las personas.



 

Sanlúcar     Manuel Gaitero Rosado D.N.I. 31448252f  



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viernes, 27 de junio de 2014

¿El Poder corrompe o destapa la corrupción interior del que lo detenta?

 

No soy el primero que siempre ha dicho “El Poder corrompe, y el Poder absoluto corrompe absolutamente”. Pues me ha sorprendido y me ha hecho poner en duda la lucidez de esta afirmación, una reflexión de Frei Betto, un hombre honesto, coherente, y sincero donde los haya. Esta es en resumen la reflexión que me ha hecho pensar y relativizar bastante el valor de esa frase “el Poder corrompe..”Dice Frei Betto: Dele a una persona una tajada de poder y sabrá quién es esa persona de hecho. El Poder, al contrario de lo que se dice, no cambia a las personas; hace que se  revele”

 

A la luz de este pensamiento de este religioso dominico, amigo y consejero de Lula da Silva, y teniendo presente la trayectoria de su vida se comprende la verdad de su reflexión. Frei Betto abandona la tranquilidad del convento y comparte la vida de los más pobres entre los pobres en las “favelas” del Brasil. Conoce a Lula da Silva como sindicalista, luchador infatigable y honesto. Luego siendo Presidente de Brasil integra a Frei Betto en la tarea del Gobierno pidiéndole que conciencie a los, más de 40 millones, que habitan en las favelas para que luchen por su emancipación. Poco a poco Frei Betto se da cuenta que la intención liberadora del presidente sólo dura hasta que este comprende que los pobres de las favelas le son más rentables electoralmente, dándoles una asistencia social, mejor que ayudándoles a salir de su dependencia, despertando en ellos el hambre de la justicia y la liberación. 

 

En este momento Frei Betto abandona el Gobierno. Lula no es un corrupto, ni un hambriento de riquezas, pero el Poder despierta en él “otro” Lula que lleva dentro, amante de la gloria, seducido por el deseo de éxitos electorales que le mantengan en el Poder

 

 

Sin duda el Poder despierta en las personas el otro YO, el verdadero, el que somos y que está ahí en nuestro interior adormecido, agazapado como una fiera esperando una oportunidad para salir. Nos pasa como al alcohólico que no siente vergüenza de manifestar en público lo que siempre ha ocultado lo que en realidad es. Por eso pienso, que los gobernantes cuando beben el licor del Poder no controlan los hábitos y buenas maneras que le encubren y le sale el “Yo” más verdadero que cada uno es. No lo cambia el Poder, sino que lo pone en evidencia como es.                        

 

   Manuel Gaitero Rosado D.N.I. 31448252 F     

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miércoles, 11 de junio de 2014

Laicidad y laicismo

 

 

 

 ¡Bendita laicidad que ha puesto a Dios en su sitio y al hombre en el sitio que Dios le puso, como gestor autónomo del mundo que Él hizo para que lo acabara, lo transformara y convirtiera en su digno habitáculo!  La laicidad, al contrario que el laicismo, implica el respeto más profundo a toda manifestación religiosa del hombre, sin discriminación ni sectarismo.

 

La laicidad no anula la religión del “laico” (es decir del pueblo), sustituyéndola por la religión o filosofía del pensamiento único alienante, del Poder de turno; sino que respeta, acoge, deja su sitio a los sentimientos más nobles que anida en el corazón del ser humano. 

La laicidad no conoce “credo”, pero respeta todos los credos. (Espero que el gesto del futuro rey Felipe Vl, suprimiendo la eucaristía del acto o ceremonia que inicia su reinado, sea la seña de identidad de una nueva etapa en la que se haga realidad la separación de la Iglesia y el Estado, que no significa que el Rey separe su acción política de sus convicciones cristianas, si las tiene.)Vivir la laicidad no nos separa del evangelio. 

 

Fue Jesús de Nazaret quien puso los cimientos de la laicidad sacando a Dios de los templos, invitando a acogerlo en el verdadero templo dónde Él habita: el corazón del hombre. “Dios quiere adoradores,-decía Jesús- en espíritu y verdad”. “Dios no habita,- decía S. Pablo a los griegos orgullosos de sus templos,- en templos construidos por hombres, -y añadía- Él no está lejos de ninguno de nosotros, pues en él vivimos, nos movemos y existimos”

 

No le tengo miedo a la laicidad que con frecuencia nos devuelve valores que nunca deberíamos haber olvidado los cristianos. ¿Quién no reconoce que la revolución francesa nos devolvió la bandera de la “igualdad, libertad y fraternidad”? Valores que pertenecen a la esencia del hombre y al corazón del mensaje evangélico. No hay que temer la laicidad.

 

Pero sí es preocupante el laicismo que, por ignorancia o mala voluntad consciente, utiliza el disfraz de la laicidad, para ir incubando en la sociedad, un modelo de vida que, con apariencia de exaltación del ser humano, oculta su propia destrucción. Es curioso observar que Occidente se ha pasado casi todo el siglo XX mirando y condenando la filosofía marxista de los países del Este, como la peor amenaza laicista contra los valores cristianos, sólo porque desterró de la vida social los signos religiosos. Pero mientras tanto la Europa y sobre todo nuestro país, considerado “reserva de los valores cristianos” , entregada a las “pretendidas bondades del sistema económico neoliberal” ha ido socavando los valores humanos y cristianos, sometiendo el “Ser” al “tener”, sustituyendo el trabajo honrado como valor creador de la persona y la comunidad, por el “pelotazo” que trae el dinero rápido y fácil, sin el esfuerzo del trabajo. Aquí, de momento, no se envían los signos religiosos a los sótanos, (aún sirven de interés turístico) pero se invita a desterrar, como contrarios a la modernidad, los valores cristianos que construyen el hombre, prohibiendo que sean presentados como configuradores y determinantes de nuestro comportamiento cívico y político. Este laicismo, alimentado por el materialismo del sistema económico actual, que incluso utiliza los signos religiosos como mercancía, mientras trata de liquidar los valores que esos signos religiosos invitan a practicar, este laicismo es más destructor de la persona y de Dios que el impuesto en los países del Este.

 

 

Manuel Gaitero Rosado DNI.31448252F

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martes, 20 de mayo de 2014

Constitución Cubana y Sistema económico capitalista.

“Los cubanos votamos en el 2002 que el capitalismo es inconstitucional en la República de Cuba. Por una mayoría impresionante. Para instaurar el capitalismo tendrían que deshacer el país, llamar a una Constituyente. Así de sencillo. Quizás sea esta una de nuestras mejores armas.” ( texto de una escritora cubana).  

 

Es verdad que las ideas y propósitos de una Constitución nunca son un seguro de vida para una nación, pues ésta puede ser reformada por un cambio político eventual, y no estoy muy seguro que el pueblo que la aprobó esté siempre dispuesto a defenderla contra los que la  atropellan, si le ponen, de entrada, el pan debajo del brazo. 

 

Pero es bello que el pueblo de Cuba se haya blindado frente a sus cercanos enemigos con estas afirmaciones que les sitúa, al menos teóricamente, en el firme deseo de buscar constantemente el nacimiento de un mundo distinto donde sea posible la fraternidad y la solidaridad, como resultado de la instauración de la justicia, y el respeto al ser humano como supremo valor constitucional. 



La Constitución europea sin embargo, olvidando sus raíces cristianas, excluyó la idea de Dios, como si así quisiera salvar la autonomía y libertad del ser humano, mientras admitía en su seno el pequeño dios que es la causa de todas las esclavitudes: el neoliberalismo económico o sistema económico capitalista. 

 

Es decir, el capitalismo no es inconstitucional en Europa, pero sí se habría considerado inconstitucional introducir el reconocimiento de Dios como objeto de fe de millones de europeos. ¿Qué quiere decir esto? Que se excluye a Dios, como obstáculo a la libertad de la persona, mientras se admite el sistema económico que da culto al dinero, que es el “endiosamiento del dinero” y en consecuencia la negación más brutal de la dignidad de la persona, de la libertad y de Dios. 

 

El rechazo del Dios revelado por Jesús, ¿no esconderá un miedo al único enemigo real del “dios dinero”? Porque Jesús lo dejó muy claro: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Son radicalmente incompatibles, enemigos irreconciliables. 

 

El Dios de Jesús reclama totalmente nuestro ser para ponerlo al servicio del hombre, sobre todo de los más oprimidos, y el dios Dinero, en cambio, fabrica oprimidos, y es tan insaciable y devorador que sus servidores, son sus primeras victimas: se deshumanizan. 

 

Por eso, si los cristianos consideramos que el Evangelio es “nuestra Constitución”, podemos sacar la consecuencia que se deduce de las Palabras de Jesús: que el capitalismo es inconstitucional para los cristianos. 

 

Manolo Gaitero Rosado D.N.I. 31.448.252-F

 

 

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martes, 22 de abril de 2014

REBÉLATE

 



 


 

Ante el 1º de mayo, pelea por lo que quieres- “rebélate”

Este mensaje de IU. en las ultimas elecciones generales me sugirió en aquel momento estas reflexiones que creo aún tienen actualidad y, lo que es peor, me temo que podríamos repetir lo mismo dentro de no pocos años.

Peleo, porque deseo liberar el socialismo de los grandes cánceres que le han corrompido, estos últimos 30 años: el “felipismo” y el “zapaterismo”.

Peleo para que la “JUSTICIA” logre alguna vez, romper las cadenas que le atan a los poderosos y al Poder Político y todos nos sintamos iguales ante la ley

Peleo por devolver la dignidad a la Política, la tarea más noble, cuando es ante todo un servicio a la sociedad, defendiendo a los más débiles.

Peleo por devolver a la izquierda el honor y la dignidad de poder tener en sus filas a tantos miles de militantes obreros que no tienen más riqueza que su trabajo, mientras quienes le lideran tienen riquezas sin trabajo.

Peleo por devolver a los trabajadores el orgullo y la dignidad de tener como capital las virtudes de la solidaridad y la honradez.

Peleo para que sean despojados de sus riquezas los que amasaron grandes fortunas con la injusticia social, la mentira, el abuso de poder, el tráfico de influencias, las comisiones ocultas, la especulación financiera..

Peleo para que el Ministerio de sanidad esté al servicio de la salud y la vida y que lo económico no condicione el servicio a la persona enferma.

Peleo para que el Ministerio de la cultura y educación esté al servicio del crecimiento de una persona libre, crítica, e independiente

Peleo para que no se manipule los sentimientos de los más pobres con falsas promesas, con el fin de arrancarle el voto

Peleo para que los políticos enriquecidos, millonarios en euros, no nos hablen más de ricos y pobres como si ellos no fueran los nuevos ricos.

Peleo para que no haya políticos que reciben tres o cuatro sueldos millonarios, porque son un insulto a los casi cinco millones de parados y a los que no llegan ni a los mil euros mensuales.

Peleo para que no se despilfarre más dinero público, con el falso pretexto de ampliar derechos cuando no se respetan ni los derechos más fundamentales.

Peleo para que no se siga malgastando dinero en mantener un Senado, unas pagas vitalicias a los ex presidentes, y unos sueldos escandalosos a los diputados. Ya están bien premiados con poder volver a sus antiguos trabajos

Peleo para que ni los banqueros ni los alcaldes se designen a su antojo sus opulentos sueldos y pensiones.

Peleo para que los líderes sindicales no se conviertan en profesionales de la agitación al servicio de intereses de partidos, olvidando que deben ser instrumentos de la lucha de la clase obrera, al servicio de su objetivo, que no es otro que el logro de una economía al servicio de la persona.

El 1º de mayo pelea por esto, si lo quieres ,y ¡Rebélate!

Sanlúcar de Bda. Manuel Gaitero Rosado D.N.I. 31448252

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