JOSÉ ANTONIO CARMONA 2016-2014
sábado, 24 de diciembre de 2016
Navidad
ET SPIRITUS DEI FEREBATUR SUPER AQUAS
(Gen 1,2)
(Un brote en mi experiencia)
Imprecisas, a veces,
permanecen en temblores,
sumergidas entre dudas, mis carnes
ignoradas.
Entre aguas, tinieblas y un origen
presentido
van nadando en los tiempos
sin futuro aventurado.
Humedades tenebrosas,
licuadas en mis llantos
transmutan en vida unos brotes de
esperanza.
Y allá...
en el horizonte oteado
el Espíritu aletea
inundando de savia esa vida que ya
apunta.
Así...
hace presente el Misterio al desgranarlo
en mis manos.
Paz con, entre y dentro de vosotros
Un abrazo...
José A. Carmona
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jueves, 21 de enero de 2016
Una expresión verdaderamente
desafortunada es la que afirma que, cuando nacemos, somos arrojados a la vida.
No, no somos arrojados, sino que la Vida nos vive, somos su expresión, la Vida
se manifiesta en nosotros. Pero no hay múltiples vidas, hay una sola y única
Vida en la que todos, y el Universo entero comulgamos.
Lo que llamamos mundo, no es más que las
olas transitorias, volubles que nuestra mente y sentidos perciben. Sólo pueden
percibir al mundo así. Pero lo que sostiene ese vaivén que nos aparece como
mundo es la Vida, el Misterio impenetrable, ilimitado, permanente. La Vida
permanece tras lo impermanente del mundo aparente (lo que aparece, lo que vemos
con la vista, con los sentidos y con la mente racional). Ya Plotino en su
cuarta Enéada afirma que “todo ser corporal es un acontecer, no algo que
permanece.”
El problema de “uno et multiplici” ha
sido una constante en la historia del pensamiento. Y cuando el pensamiento se
transforma en sabiduría se percibe, se contempla que no hay problema que el uno
no se opone a lo múltiple, sino que es su esencia y su sostén.
Cuando contemplamos las olas que se
forman en la superficie del Misterio, conocemos el mundo de las diferencias.
Cuando advertimos que esas olas son la expresión mudable del Misterio único,
sabemos de su unidad. En nuestra mente está la diferencia en la realidad no la
hay. La Unidad se manifiesta como diferencia, íntimamente es sólo Unidad. Y en
el reconocimiento de esta Unidad está el culmen de la Sabiduría, la liberación
absoluta.
“Sólo
hay Vida. No hay nadie que viva una vida... pero en el seno de la Vida misma
surge en la mente un pequeño torbellino que se complace en fantasías y se
imagina a sí mismo dominando y controlando la Vida...” (Nisargadatta, Yo soy
Eso.)
No hay vidas, hay una única Vida. La
totalidad del Universo es un gesto único de la Vida. Cada realidad particular
es parte de ese gesto y comparte con las demás un mismo y único sentido, una
misma intención gestual. No somos nosotros los que vivimos, es la Vida quien
vive en nosotros.
El sabio se sabe vivido por la Vida, no
siente que él viva “su vida”. No se siente en definitiva responsable de lo que
es él. Descansa en la certeza de que la Vida vive en él, maravillado de lo que
la Vida hace a través de todo lo existente.
Pero, la inmensa mayoría permanecemos
absorbidos en la apariencia de la realidad, de nuestra realidad, nos
identificamos con ella y así nos (a)parece que esa unidad esencial es algo que
está más allá, que es un “Otro” que sostiene nuestras diferencias. Mas cuando
despertamos a la realidad de esa única Vida vemos que no hay ningún “Otro” al
que llamamos Misterio, sino que la Vida, el Misterio somos nosotros mismos, y
como tal se nos revela. La Vida es lo más “aquí” y es siempre “ahora”. No hay
dualidad: apariencia – unidad, sino que todo es Unidad vista en el rostro de la
apariencia (lo que aparece) que es múltiple.
No estamos arrojados a la vida, pensar
así es dejarse arrastrar por lo que aparece a los sentidos, no ser sabio. Somos
expresiones de la Vida y estamos sostenidos por ella. Sólo cuando nos sabemos
moradores del Misterio “estamos en casa” como dice Chuang Tzu.
José A. Carmona
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martes, 15 de diciembre de 2015
TEMPITERNO
NAVIDAD y RESURRECCIÓN
Enquistadas las
conciencias,
deshilachada la red,
rotas muchas fibras de
comunión con la Vida...,
vivimos desolados
buscando puntos de apoyo.
Vivimos en la
ignorancia, que rompe la sangre...
Enredados en el
tiempo, perdemos la PAZ.
La Alegría, allende el
tiempo, se multiplica,
y una permanece
en la red de comunión,
que los espacios rompe.
Entre tanto, los
hombres buscan,
buscan fuera y no
encuentran,
buscan dentro y no
oyen el Silencio,
buscan en la ciencia y
no entienden,
se apoyan en creencias
y no ven.
Y la Bondad, allende
el tiempo, se multiplica,
y una permanece
en la red de comunión,
que los espacios rompe.
Fuera del tiempo
estando en el tiempo,
en un espacio que no
es lugar,
la Verdad se hace
cuerpo de carne que penetra el alma
anidando, eterna, en
el corazón del Hombre,
de todo hombre, de
todo ser.
Para que los hombres
dejemos de buscar
y descansemos en la
PAZ,
que es Alegría,
que es Bondad,
que es Verdad
que es el Eterno Don
que nos sostiene,
nos asume y nos
transforma,
recreando nuestros
orígenes.
José A. Carmona.
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sábado, 14 de marzo de 2015
VIDA Y MUERTE - EROS Y THANATOS
(EL LLAMADO PROYECTO ATMAN)
PRIMERA PARTE
La tensión dialéctica y existencial,
Vida – Muerte, es la más importante de nuestra existencia, de ahí que la
preocupación por el sentido de la dicha existencia (la religión) sea la única
preocupación que merezca la pena en nuestra vida. Todo lo demás estará en
función de la preocupación del sentido último. Incluso quienes quisieron
renunciar explícitamente a la religión propugnándose ateos, no renunciaron en
verdad, sino que buscaron el sentido de la existencia por otros medios y en
otras realidades que las de los no ateos.
Pretendo, apoyado en los pensadores
que han elaborado una visión transpersonal del desarrollo humano, reflexionar
sobre dicha tensión. Pero, antes de introducirme en ello quiero anotar algo
sobre mi visión de la antropología.
No es necesario advertir que mi visión antropológica también esta fundada
en unos pensadores de muy alto nivel tanto intelectual como religioso,
verdaderos sabios-místicos.
La imagen del hombre de esta antropología rompe las estructuras habituales
del pensamiento, lo despoja de todas las seguridades exteriores y lo presenta
desde la experiencia personal y auténtica de lo más íntimo de su vida. Lo
presenta como Persona. Es una visión que se inclina hacia el hombre que sufre,
que se alegra, que busca el placer, la felicidad, que busca el sentido de
su vida. Es un hombre consciente de sí mismo. El hombre interior que sufre por
no ser lo que él mismo es en realidad, por no haber desarrollado su “yo-YO”. Su
Yo esencial que no es el pequeño yo preocupado por el poder, el dinero, la
seguridad...No es su yo existencial que es el que sale de su egoísmo y
se dedica a una causa noble, a hacer el bien a los demás, a la acción social
(algo encomiable, pero insuficiente, salvo que el compromiso sea el resultado
de haber pasado antes por el yo esencial)... El Yo esencial es el núcleo
con el que el hombre participa en la realidad sobrenatural del Espíritu divino.
Es lo absoluto que hay en el hombre, la fuente de su verdadera libertad de
persona...
Teniendo esto en cuenta, paso a
reflexionar sobre la tensión existencial mencionada y cómo esta tensión va
tomando diversas formas y aspectos a lo largo del desarrollo de la vida.
Anima naturaliter christiana, decía Tertuliano, y comenta Rahner a este
respecto: “el alma está dotada desde el origen del conocimiento de Dios y lo
que Dios imparte de ese modo puede hallarse, a lo sumo, ensombrecido pero no
anulado”.
En este misma línea abundan los
textos sagrados del budismo, judaísmo... En definitiva es una afirmación,
contenida en la principales religiones del mundo de una forma u otra, de que
todo el desarrollo del hombre (y el del universo) se encamina hacia el
Espíritu, hacia la Realidad Última. De que el Espíritu es la finalidad última
del ser humano y del cosmos visible.
Pero el alma no solamente se contenta
con tener ese material del Espíritu replegado sino que siente el impulso de
actualizarlo constantemente. En una palabra, el alma en los distintos procesos
de la evolución personal va consiguiendo un mayor acercamiento al Espíritu.
Pero ¡ojo! Es solamente acercamiento, no es el Espíritu, no es Dios. El alma
aspira a la Unidad, pero para alcanzarla recurre a ciertas condiciones que
le impiden alcanzarla. Recurre a elementos sustitutorios que son obstáculos
para alcanzar lo Divino. En cada uno de los estadios del desarrollo (arcaico,
pertenencia, racional...) el alma(nosotros) aspira a la Unidad absoluta pero
por medios que de hecho le impiden conseguirla, y que solo le permiten
conseguir soluciones provisionales que son gratificaciones sustitutorias.
Mas como el alma aspira desde siempre a la Unidad total, a ser una con el
Espíritu, debe proseguir su camino hasta ser totalmente el Espíritu y no gozar
de un mero símbolo sustitutorio. La finalidad del hombre es el Espíritu, es
Dios o la Realidad última, es la Unidad absoluta. Los medios que utiliza para
conseguirla son erróneos y le impiden de hecho conseguir dicha unidad, o sean,
reprimen dicho impulso. De ahí que lo que se consigan sean gratificaciones
sustitutorias (dinero, fama, juego, sexo, triunfo, erudición...).
Naturaleza del proyecto
Sunyata es el término por el
que es conocida en Oriente la naturaleza última de la realidad, pero esta
palabra que traducimos por vacío en castellano, significa propiamente
“sin separación”, sin costuras. Así como los dedos, manos, piernas... del
cuerpo forman un solo cuerpo, sin división, así todas las cosas y eventos del
universo forma una sola Totalidad, Esencia de la Realidad Única. La palabra
vacío y la palabra sunyata resuenan de muy distintas formas en occidente y en
oriente. En occidente vacío es la ausencia de ser, en oriente es uno de los
nombres divinos (Dios no es objeto ni sujeto, por eso es vacío, pero también
porque es la Totalidad inconsútil, la Esencia de la Realidad Única). Totalidad
que es según la filosofía perenne la única Realidad. En ningún lugar existe una
realidad radicalmente separada, aislada. Ni siquiera Dios.
El hombre como individuo separado
(sujeto) frente al mundo (objeto) es una ilusión, pues, y un gran gasto de
energías porque es una forma de represión por la que queremos separarnos de la
Totalidad, y para ello creamos una frontera ficticia que nos separa del resto.
Pero dicha separación no existe más que en nuestra ilusión. Separamos la mano
del brazo y a éste del tronco con lo que obtenemos un montón de trozos de
carne, huesos... y destrozamos el cuerpo. Destrozamos el cuerpo inconsútil del
Universo. Lo mismo si separamos a Dios de la creación... Advirtamos, por tanto,
que la sensación de identidad separada (sujeto) que experimentamos la mayor
parte de los humanos (muchos místicos no) está asentada sobre un superposición
de una frontera ilusoria sobre la Totalidad, a la que de esta manera dividimos
en un sujeto versus un (o multitud de) objeto(s).
Las aspiraciones de todos los
grandes sabios y místicos de la historia muestran que el anhelo fundamental de todos
los humanos es el descubrimiento de esa Totalidad infinita y eterna, pues toda
alma sabe o intuye que su esencia es esa: la Totalidad infinita, el Espíritu.
(Eros)
Pero a la vez, esto, a lo que
aspira, le aterra. Esa transcendencia de la Totalidad supone necesariamente su
muerte, la muerte de la ilusión del ser separado, del sujeto. Si no desaparece
el sujeto no puede haber Totalidad. Tiene que desaparecer la falsa ilusión de
frontera que separa en dos esa Totalidad, ese Espíritu. Lo cual implica la
muerte del sujeto independiente, perspectiva que aterroriza al sujeto.
(Thanatos)
De esta manera, el hombre se ve
abocado a un dilema radical: lo que más desea, el ascenso hasta el Espíritu, es
lo que más teme porque supone la muerte del sujeto, la muerte propia como
sujeto independiente. Por esto, deseando la Totalidad se resiste a ella, el
impulso que lo lleva hacia el Espíritu se ve reprimido por sus consecuencias.
Impulso (Vida, Eros) y represión (Muerte Thanatos), el nudo en el que se
encuentra atrapado el ser humano ante la eternidad. Y como no puede negarse a
su anhelo pero a la vez no se atreve a seguirlo, busca por caminos
sustitutorios unas gratificaciones simbólicas o sustitutorias (todo
aquello con lo que queramos satisfacer nuestros deseos más radicales), que son
alternativas provisionales, sustitutos de la absorción en la Totalidad.
Continuaremos con las consecuencias
de este dilema.
José A. Carmona
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martes, 16 de diciembre de 2014
En noviembre de 2011
publicaba yo en este blog un brevísimo escrito titulado Capax Dei. Es
ésta una frase (y su contenido) que aprendí de mi maestro y amigo Raimon
Panikkar.
La famosísima definición del hombre que dio Aristóteles y que se ha
extendido por toda la cultura científica y no científica de occidente: El hombre
es un animal racional (zoon logon exon), ha sido muy castradora. Al
contrario que la que propone Theilard: Un ser espiritual con experiencia
humana. La definición de Aristóteles tan fielmente seguida por la mayoría
de los científicos impide que el hombre pueda subir ni un peldaño sobre la
capacidad racional, cuando aún le queda por cubrir las etapas más importantes
de la evolución.
¿Pensamos, acaso, que un proceso de desarrollo que empezó por la aparición
de la materia, al cabo de miles de millones de año llegó a la vida en las
amebas, y tras otros miles de millones de años ha llegado al hombre (racional)
ha acabado ya? ¿Tan estúpidos somos que pensamos que la evolución termina en
nuestra racionalidad? ¿No somos capaces de pensar que los caminos transitados
por chamanes, sabios y místicos no han de ser igualmente transitado por la
humanidad a lo largo de millones de años? ¿Nos quedamos en el ser racional? ¿Y
qué decir del hombre integrado, de la conciencia psíquica, de la sutil o
causal...? las borramos de un plumazo, como hace la ciencia, porque van más
allá de la racionalidad y por lo tanto no se pueden ver con esta luz (ni los
ojos, ni el microscopio no nos sirven para ver el amor). Pero, el que esos
pasos sean pasos transracionales (que trasciendan la razón) no quiere decir que
sean irracionales, que se opongan a ella.
Todo el proceso de desarrollo que va desde el pleroma del feto confundido
con el mundo material en que vive, pasando por el uroboros de los primeros
meses tras el nacimiento, hasta llegar al hombre racional integrado (Arieti) es
el tema que tratan las psicologías evolutivas ortodoxas. Es el llamado “reino
ordinario” por los estudiosos transpersonales. A este reino contraponen los
“reinos sutiles” que son los que van más allá de la mera racionalidad.
Existe en el hombre algo más profundo que el reino ordinario, algo (mucho)
más allá del cuerpo-mente ordinario. Dice Sri Aurobindo, un místico de enorme
grandeza,: “El hombre común vive, circunscrito dentro la mente -corporal
ordinaria- y de los sentidos, en un mundo que es ajeno a él y a su conciencia.
En la medida que la conciencia va sutilizándose, empieza a establecer contacto
con las cosas, no solo con su forma o con el impacto que le producen, sino con
su esencia, de un modo mucho más directo. Y aunque este contacto comience
siendo inicialmente limitado, su conciencia puede ir expandiéndose y entrar
primero en contacto con un abanico de cosas y pasar luego a integrarlas y a
identificarse con ellas. Ver todas las cosas en sí mismo y el sí mismo en todas
las cosas eso es universalización”.
La luz oscura de la FE es luz luminosa para ver la Realidad, pero oscura
para la razón que sólo ve lo que se apoya en lo corporal y en los sentidos. ¿O
preferimos decir que los místicos que vieron tan luminosa la FE y vivieron en
esa luz eran unos simples esquizofrénicos?... ¿Hemos visto esquizofrénicos
sensatos que sabían vivir en este mundo de las formas y del tiempo?... Por
supuesto que si aceptamos como dogma infalible que más allá de la racionalidad
no hay evolución posible, la conclusión es patente: no puede haber ningún tipo
de conciencia transracional. Por lo que confundiremos siempre a los místicos
con esquizofrénicos y a la inversa. Hemos tirado al niño, que hemos
lavado, junto con el agua sucia de la bañera.
Hay en el hombre un ser interior que no se ve directamente, pero sí a
través de la imagen del cuerpo, que va evolucionando hacia niveles de realidad
cada vez más ricos y fecundos. El hombre es un ser espiritual con una
experiencia humana. Conforme asciende en esos niveles de interioridad, de
conciencia, de espiritualidad, va dejando muchos de los aspectos en los que la
filosofía tradicional y la ciencia se han fijado para llamarlo animal racional,
y va manifestando los aspectos del Ser divino que es. Existen órdenes o niveles
de unidad, identidad e integración cada vez mayores que terminan conduciendo a
la Identidad Suprema Universal. Dios.
La mente, la vida y el cuerpo ordinario son la expresión parcial y limitada
de una conciencia que se esfuerza en evolucionar y alcanzar esa expresión
superior de sí misma que ya existe más allá de la mera racionalidad.
Qué hermosamente barrunta y expresa S. Juan de la Cruz esta realidad, por
no mencionar a Eckhart, sta. Teresa, Aurobindo, Mahahrsi...
“Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los brazos del Amado...”
Todas las canciones entre el alma y el Esposo describen de forma
maravillosa esta experiencia de niveles superiores (sutiles) de conciencia.
Eckhart y Maharsi son mucho más tajantes hablando de la realidad
espiritual-divina que es el hombre, no hablan de dos: esposa y Esposo, sino que
hablan de que “nosotros y Dios somos una misma realidad”, como el agua de la
ola del mar es tan agua como la del océano.
La evolución ha avanzado mucho desde las amebas al hombre integrado, pero
no estamos más que a mitad de camino, a la humanidad le queda otro tanto, al
menos, por recorrer para desarrollar todo lo que es en sí misma, todo lo que
cada persona humana es.
José A. Carmona
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viernes, 3 de octubre de 2014
ANÉCDOTAS, DECIRES Y DIRETES SOBRE LA
AUTODETERMINACIÓN DE CATALUÑA
Vivir en Cataluña en estos días tiene su
fascinación y su fastidio.
Si para informarte de lo que pasa en la
calle y en los aledaños de la Generalitat utilizas los medios catalanes de
información (Tv3. Canal 33. 8tv...La Vanguardia, El Periódico de Cataluña...)
no verás, oirás, ni leerás nada más que proclamas a favor de la consulta
(eufemismo de independencia), si utilizas los medios de ámbito estatal (como se
dice por aquí), o sea español, te librarás de ese bombardeo y verás las cosas
desde una perspectiva muy diversa, frecuentemente contraria, también
manipulada. La manipulación de los medios es característica de los humanos de
todos los campos y formas de ser.
Yo, ya desde el comienzo, presento mis
“credenciales”: no soy independentista, tampoco soy andalucista, ni
españolista. Entiendo que cuantas más fronteras pongamos entre los hombres más
dificultamos el desarrollo de nuestra consciencia. “Cuando desaparecen los
nacionalismos aparece la inteligencia”, dice Krishnamurti. La
conciencia humana, desde la perspectiva filogenética, va pasando, vemos,
diversas etapas: egocéntrica, etnocéntrica, mundicéntrica(Carol
Guilligan). Crear fronteras y naciones es entorpecer este desarrollo, es
quedarnos en el pasado, cerrar las puertas a lo por venir. La casa común es el
planeta. En estos momentos estamos viviendo un feroz etnocentrismo con muchos
ribetes de egoísmo radical. Y por otra parte, hablamos de globalización, y en
parte la estamos construyendo. Contradicciones del hombre. Yo nací en
Andalucía, España, Europa, Tierra, Mundo, Kosmos, y ¿porque nací en Andalucía
he de poner un límite y quedarme allí? No primero soy Kósmico y en el Kosmos
está la plenitud y las raíces de todos. No se trata de un vestido (el andaluz,
español...) que me ponga sino de una vida común que viva. El vestido solo es
medio para la vida, nunca la vida.
Esta mañana he sentido miedo. He oído
afirmar en una televisión catalana que si el TC impide la consulta (en
Cataluña) el pueblo “catalán” se echará a la calle. ¿A qué se está jugando? O
lo que es peor ¿a qué se está impulsando a la gente? Es cierto que en los que
tienen el poder en Cataluña y en las asociaciones populistas de ANC y Omniun
Cultural conceden a la voluntad del que ellos llaman pueblo catalán (los que se
manifestaron en la V) la máxima autoridad. A la voluntad del pueblo español ni
se la nombra, no se la reconoce.
Es clarísimo para la inmensa mayoría la
falta de diálogo político que ha habido y hay en torno al tema que nos ocupa.
Los catalanes acusan al gobierno central (o de Madrid, como lo suelen llamar),
fuera de Cataluña se acusa también a Mas, que mantiene una postura inamovible y
al parecer de muchísimas personas (también al mío) ilegal.
¿Por qué?
En las últimas semanas, quizás meses, no
se habla por Cataluña a través de los órganos oficiales más que de la Consulta.
No se nombra para nada la Independencia. “Lo que queremos, dicen, es votar”
y la publicidad que inunda muchas calles es la siguiente: “En un país
normal, lo normal es votar pa(ís)” Aquí se esta utilizando un mal
eufemismo. No se trata de votar simplemente. Votar es algo inconcreto, que se
concreta en ¿quién vota? ¿qué vota? ¿por qué vota? ¿cuándo vota? Y
las respuestas a todas estas cuestiones son ilegales:
¿Quién vota? Solamente los catalanes. En la constitución aún
vigente se exige que sean todos los españoles para el asunto que se trata en la
votación. Constitución que votó positivamente más del 90% del pueblo de
Cataluña.
¿Qué vota? el objeto de la votación es la independencia de
Cataluña con respecto al resto del estado español. Así lo han entendido muy
claramente las dos asociaciones ultracatalanista que apoyan la Consulta:
Asociación Nacional Catalana (ANC) y Omnium Cultural, asociaciones que están
pregonando constantemente “votaremos y ganaremos” ¿qué ganarán? Todo este
tema independentista se está tapando con la palabra consulta, la cual lo que
pretende es ser un referendum por la independencia. Ya osan hablar de
consulta-referendum. Yo me digo: “¿que muchos catalanes no quieren ser
españoles?” que no lo sean, que voten el referendum, pero antes mantengan su
voto constitucional y exijan un referendum a toda España para reformar la
Constitución, que buena falta le hace. Pero no vayamos a desmembrar, sino a
construir.
Las respuesta a las dos cuestiones
siguientes son la misma prácticamente, porque lo pide este gobierno autonómico
(extralimitando sus funciones) al que apoya, manipulada como en todos los casos
y en todas partes, una inmensa cantidad de ciudadanos y en el día en que lo
pide.
Yo personalmente percibo en mucha gente
un cierto desprecio a la Constitución Española y en general a todo lo español.
Está de moda. Pero a la inversa también en el resto del Estado español. Más
dificultades para el diálogo. Y sin embargo, no siempre ha sido así.
Mas pese a todo, tengo mucho bueno que
decir de los catalanes, salvo cuando, como todos los humanos, no responden más
que a la sinrazón de las tripas. En general, son muy racionales, tratables,
ordenados, trabajadores, eficaces..., pero cuando se convierten en masa...
Claro que el enroscamiento del Gobern de
la Genaralitat corresponde la fijación del Gobierno español en agarrarse a la
legalidad. Bien está la ley, pero la política es igualmente necesaria. Y la
función principal de la política es hacer la vida de los ciudadanos lo más
agradable posible y también segura, evitando conflictos innecesarios. Para
conseguirlo tiene en sus manos el legislar, y el modificar las leyes y las
instituciones... el crear un ámbito estatal en el que sea posible la vida de
todos los ciudadanos con la suficiente elasticidad, para que quepan todas las
formas de ser, y unidad. Equilibrio no fácil, pero indispensable. En el cuerpo
humano caben desde la uña al cerebro y no se estorban, se complementan y se
ayudan mutuamente. La ley no puede ser escayola, sino hueso vivo. El problema
catalán es grave y requiere soluciones políticas de gravedad que no se
encontrarán sino en el diálogo político (derechos económicos, poderes sobre
educación y otros temas, apoyos a la lengua, ¿concierto económico?) y no legal.
Quiero añadir un punto más. En nuestros
días posiblemente el mito unificador que era la patria, está dejando de
existir. Y en concreto en España este mito se está disolviendo a pasos
agigantados. La razón para la unidad habrá que buscarla no en un mito medieval,
sino moderno (¿solidaridad? ¿sentido práctico?). El caso es que los catalanes
están sustituyendo un mito moribundo por otro aún más débil: Cataluña.
Y se llenan las tripas gritando: ¡Cataluña libre!
José A. Carmona
Publicado por José A. Carmona a las 11:09 9 comentarios: Enlaces a esta entrada
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domingo, 24 de agosto de 2014
ACERCA DEL “VALOR”
En el uso cotidiano utilizamos con mucha
frecuencia este término, que por cierto es polisémico. En este escrito se asume
en el significado que le damos cuando decimos: “escala de valores”.
El lenguaje conceptual queda desbordado
en gran medida en sus mismas posibilidades cuando utilizamos este término.
Todos sabemos lo que queremos decir al utilizarlo, pero es muy difícil
definirlo sin caer en una tautología, o casi. El diccionario de la RAE lo
define como el grado de utilidad o aptitud de las cosas, definición que no es
tal propiamente, sino mera descripción y castrada. Decir, por otra parte, que
el valor es la razón de nuestras opciones no aclara mucho más que decir que
valor es aquella propiedad de las cosas o personas que nos hacen optar por
ellas. Porque sabemos qué es el valor, sabemos el motivo. Pura tautología.
Max Scheler (valores del agrado,
vitales, intelectuales y religiosos) intentó sistematizar este mundo de los
“valores” apoyado en el aspecto emocional de la persona, y no parece haber
tenido mucha aceptación. En definitiva, lo que a nosotros nos interesa es que
por experiencia todos sabemos qué es valor y qué no lo es. Una cosa muy
distinta es cuáles puedan ser las escalas de valores de cada persona, lo que
para cada uno merezca la pena... esa escala es la que decide su
actuación posterior.
Lo curioso es que de hecho en la vida no
elegimos entre valores, sino entre lo que imaginamos que puede satisfacernos. Y
a esa imaginación le ponemos un nombre abstracto, por ejemplo: justicia (un
valor). Lo que de hecho nos ha impulsado a elegir es la satisfacción
-imaginada- de un grupo (o sociedad) de personas viviendo en armonía y equidad.
Este hecho no ha sucedido nunca prácticamente, sólo nos imaginamos cómo podría
ser. Por esta y otras razones no es fácil hablar de valores, menos aún de forma
precisa. Y esta imaginación influye decisivamente en los valores que tenemos
las distintos tipos o grupos de personas. No es la misma la imaginación de s.
Francisco de Asís que la de un forofo de un equipo de fútbol, o de un
coleccionista de dípteros.
Esta dificultad se acrecienta si
queremos hablar del “valor absoluto”, de lo no condicionado. No me
refiero al hablar del valor absoluto a lo Divino, sino a aquel valor que para
cada ser humano no es condición para otros valores, sino que es el primero de
todos ellos. No me meto aquí en la intrincada cuestión metafísica del “SER
ABSOLUTO”, ser que normalmente no experimentamos, a excepción de lo más altos
místicos, aquí en la tierra.
Para llegar a entender cuál sea el valor
absoluto de una persona (y su consecuente escala de valores), poco nos puede
ayudar el lenguaje conceptual. Cada uno actúa según su propia escala y en ello
influyen desde motivaciones inconscientes, a los roles sociales, la familia a
la que pertenece, la educación recibida, las condiciones de vida... Entender
esto no pertenece principalmente al lenguaje conceptual, sino a otro tipo de
lenguaje vivido y experimentado en la cotidianidad, y todo ello, sin olvidarnos
de algo fundamental: la fe, las ideologías, los valores, los conocimientos...
se comunican de unos hombres a otros. El contexto es básico.
José A. Carmona
Publicado por José A. Carmona a las 21:13 No hay comentarios: Enlaces a esta entrada
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domingo, 20 de julio de 2014
Me estoy quedando con una buena ración de pasmo al comprobar por todas
partes hasta qué niveles está impreso el maniqueísmo en nuestra cultura (católica-occidental)
y por lo que me huele en otras es peor aún.
Por ejemplo, en la televisión solamente se organizan
debates polémicos. El tema, ya sabemos, es el político unido
indisolublemente a la crisis. Debates en los que no se propone ir descubriendo
un poco más la realidad, sino en el que cada uno trata de mostrar que su
ideología es la verdadera, o la buena y la otra falsa, o mala.
Se me ha ocurrido hacerme socio de facebook con la intención de ver las
fotos que cuelgan mis familiares (sobre todo de los hijos-as de mis
sobrinos-as) a los que no veo físicamente en años. Y me encuentro que facebook
a parte de ser un patio de vecinos mal avenido, es un foro de maniqueísmo
impresionante. Muchos queriendo apoyar sus ideologías con la mayor aportación posible
de datos, eventos, sucesos que muestren que su ideología es la correcta.
¿Para cuándo un visión global de lo “que es”?¿Hasta cuándo estaremos
entretenidos en nuestros egoísmos dialécticos? ¿entretenidos sólo con nuestros
egoísmos dialécticos?
No quiero dar a entender quer la verdad sea un cajón de sastre en la que
todo cabe, pero sí que la realidad es mucho más compleja, en la que la postura
maniquea está de sobras, y que a parte de no solucionar nada lo empeora todo.
En la realidad la postura maniquea ha causado mucho mal en los siglos de
historia.
No aceptar que todos hemos hecho bien y mal a lo largo de los siglos y que
somos ambas cosas (bueno-malo) a la vez, es, cuando menos, ser imbécil. No
aceptar que no hay ninguna ideología que no tenga algo de verdad y algo de
falsedad o error es de estúpido e ignorante craso. Y estamos queriendo pintar
como poseedores de la sabiduría a quienes nos caen bien, y cargados de maldad a
quienes no nos caen bien. Aunque en parte, solo en parte, tengamos algo de razón,
estaremos creando un monstruo, al que le faltan muchos aspectos.
Entiendo que es totalmente cierto que no todas las posturas (ni la
ideologías, doctrinas, pensamientos...) poseen la misma cantidad de
verdad (aproximación a la realidad), por decirlo de alguna manera. O dicho de
otra, son igualmente válidas para ir arreglando la realidad que tenemos, la
historia. Hay posturas más cercanas al amor, otras menos (por decirlo
suavemente). Pero ¡ojo! con las posturas solapadas, subliminales, con las que
se proclaman (más o menos) mesiánicas, salvadoras como único camino, con las
que no se proclaman así, pero se lo creen y lo callan, con los
fanatismos, con los mitos... El mal lo tenemos dentro. Todos.
Entiendo que lo que hemos de hacer no es enfrentarnos entre nosostros para
hacer una revolución social, sino convertirnos de corazón al otro y así la
revolución se hará ella sola.
Lo que decía Jesús de Nazaret, en un mundo estructuralmente
injustísimo (muchísimo más que occidente hoy), era: arrepentíos y convertíos,
predicó y vivió en propia carne la metanoia (de metagignoscô: cambiar de
opinión y postura -en un solo acto-). Y esto (la conversión) es lo más difícil,
aunque, y eso es lo duro, sea el único camino.
Sin una previa revolución interior en la aceptación de lo que somos, todas
las revoluciones sociales serán un fracaso, aunque puedan ir acompañados de
muchos fuegos artificiales . Miremos la historia.
No nos paremos, trabajemos en la revolución personal, interior. Y todo lo
demás se nos dará por añadidura. Irá brotando. Creo que si no hacemos esto,
seguiremos dando palos de ciego (que para algo sirven, pero no para cambiar el
mundo).
¿Era Jesús un buenista bobo?
José A. Carmona Brea
carmonabrea@yahoo.es
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Etiquetas: José Antonio Carmona
sábado, 5 de julio de 2014
La insistencia de mi tocayo Hernández en preguntar
sobre el Derecho Canónico y qué añade éste a los demás Derechos me está tocando
dentro. También, es muy cierto, me tocan otras interpelaciones, como las de
Alberto, Juande, Gaitero...y pienso que oportet et haec facere el illa non
omittere.
Quizás podríamos preguntarnos si el Derecho Canónico
puede añadir o no un carácter de sacralidad a sus normas, o dicho de otra
manera, si puede obligar bajo pena de pecado. Así llegaríamos a la cuestión que
para mí está en la raíz: el pecado. El pecado sería interpretado como
ruptura de la sacralidad, la ruptura de comunión con lo divino, suponiendo un
alteridad entre lo divino y nosotros. Queramos o no, quizás se pueda aplicar
necesariamente el salmo 121 (122): In domum Domini ibimus, pese a que estemos
en el destierro.
¿Podemos hablar con seriedad de pecado hoy, y por lo
mismo de la sacralidad, cuando el pensamiento postmoderno ha alcanzado unos
niveles en los que la racionalidad ha destrozado lo que se entendía por sagrado
en el Medievo? ¡Y aún estamos en pleno proceso evolutivo de la conciencia! Ojo
que no afirmo que no exista sacralidad, sólo que la visión medieval ha sido
totalmente superada por la modernidad y la postmodernidad.
Es un tema que me ha ocupado la mente en muchas
ocasiones. Escribí hace ya cuatro años un par de artículos largos sobre el tema
(del pecado) y los publiqué en mi blog personal. No lo hice en el blog
Compañía-19, en el que solamente puse unas notas por si alguien quisiera acercarse
a mi blog para leerlos. Se publicaron los días 5 y 18 de mayo de 2010.
“Tibi soli peccavi et (quod) malum (est) coram te
feci” dice el salmo (50 o 51). El pecado tiene una clara referencia a lo divino
en muchos textos de la Biblia, es una ruptura de lo sacro. Mas hemos de tener
en cuenta que la misma Biblia dice: “Si peccaveris quid ei (Deo) nocebis? Et si
multiplicatae fuerint iniquitates tuae, quid facies contra eum (Deum)?” El
pecado es contra Dios pero a Él ni le añade ni le quita nada. (Job 35,6..). Y
esto ya en el AT.
Es claro que lo que añade la sacralidad a la
obligatoriedad (nacida del principio de autoridad, aunque sea el imperativo
categórico) es el tinte de lo sagrado (de lo reservado a lo Divino), en gran
medida variable a lo largo de la historia, como el mismo concepto de Divino. Es
muy interesante palpar en estos días -anoche en TV- las afirmaciones del
portavoz de la Conferencia Episcopal Española afirmando la gravedad del pecado
de las relaciones prematrimoniales junto a las de los teólogos de la Liberación
quienes afirman que ciertamente existe el pecado mortal: el liberalismo
económico que con sus estructuras esencialmente injustas matan a millones de
personas. Ambos están en las posturas más opuestas hablando del pecado
mortal.
Puedo remitirme aquí a los escritos ya publicados,
como he dicho antes, mas quiero apuntar algo de lo que dice la Biblia y el
Budismo acerca del pecado, para que podamos ver las opciones tan plurales que
tenemos los hombres acerca de lo sagrado y de las obligaciones sagradas.
Y quizá introducir un brecha algo inesperada, es posible, en el tema planteado
por Hernández.
No se puede negar en modo alguno el fundamento bíblico
que tiene el pecado (otra cosa es la doctrina elaborada a partir de este
fundamento y de otros, como el conocimiento, la cultura, la interpretación del
mundo, la influencia de las culturas hebrea, griega y latina, de la
preponderancia de la visión jurídica que se impuso en la iglesia cristiana con
la incorporación al Imperio Romano al que de hecho llegó a sustituir como
refugio de masas...). Incluso el nombre: peccatum, de peccare: cometer
una falta parece indicar su dependencia del Ius. Pero el estudio etimológico
supera mis conocimientos.
En el AT existen numerosos términos que describen esa
realidad que Isaías (59,2) (en realidad el tercer bloque de libros proféticos
escritos bajo el nombre de Isaías) describe como culpa que nos separa a los
hombres de Dios, dichos términos son: pecado, delito, rebelión, transgresión,
culpa... A veces el pecado es considerado en el AT como una mancha que impide
al hombre acercarse al culto, o como el marrar o errar en el tiro, el olvido
inconsciente (visiones en las que no aparece el sentido de culpa y a su vez muy
distintas de la doctrina posterior sobre el pecado) y la transgresión o
abominación, en la que están inmersos todos aquellos pueblos que no creen en
Yahveh (el etnocentrismo de Israel era tan monstruoso como el de hoy, casi). La
visión del pecado fue dando origen a toda una elaboración doctrinal sobre el
mismo y a una casuística impresionante de la que nos habla exuberantemente el
libro del Levítico sobre todo ¡El sometimiento a la Torah o Ley de Yahveh era
la clave para discernir al buen judío, como al buen católico lo es el
sometimiento a los mandamientos de la iglesia!
El hombre peca contra Dios, así reza el salmo, ya
citado y muy conocido, del Miserere, que es pieza primordial de los Laudes de
los domingo desde Septuagésima hasta II de Pasión: “Contra ti solo pequé
(tibi soli peccavi...)”. Dios se enfada por el pecado del hombre: Jeremías 7,20
“Mi ira y mi cólera se derraman sobre este lugar, sobre hombres y ganados...”
porque se han ofrecido sacrificios a la diosa. Pese a ello, a veces se afirma
que el pecado no hace daño a Dios, como se dice en la anterior cita de Job,
tampoco la virtud le sirve de nada, Job 35,6 “...si pecas ¿qué mal haces a
Dios? … Si eres justo ¿qué le das a él?” (En los textos bíblicos si nos fijamos
en los versículos aislados unos de otros, podemos encontrar muchas contradicciones
entre ellos).
El AT reconoce pecados individuales y colectivos,
reconoce una solidaridad de grupo tanto para lo malo (salmo 105 -106:
“celebrate dominum”, aunque la traducción hecha bajo el mandato de Pío XII
disimule la expresión, salmo que forma parte de la liturgia de las horas) como
para lo bueno. Daniel hace una confesión pública del pecado colectivo de Israel
(Dan 9,4...).
El origen del pecado está, para el AT, en una
desobediencia inicial de los primeros hombres (Adán y Eva). Antes de la
aparición de la alianza con Abrahán el pecado se extiende por toda la tierra
hasta el punto de que Dios se arrepiente de haber creado al hombre (Gen 6,6-7)
y decide exterminarlo con el diluvio, mas un hombre, Noé, como después otro
Abram-Abrahán, y finalmente otro, Jesús, salvará la humanidad. Se trata de la
solidaridad para el bien, algo que ya aparece, como digo, en el AT.
También en el AT se sitúa a la monarquía sobre la base
del pecado (Ez,16). Cuando los israelitas pidieron a Samuel que les nombrara un
rey que les gobernara, esto le disgustó, y cuando fue a hablar con Yahveh sobre
la petición de los israelitas, Yahveh le contestó: “Haz caso al pueblo en todo
lo que te pidan. No te rechazan a ti, si no a mí; no me quieren por rey...
Desde el día en que los saqué de Egipto me abandonan para servir a otros dioses
(1 Sam 8,6-7)”. En su origen la monarquía es interpretada como un abandono de
Yahveh
Dios perdona los pecados para que manifestarse justo
en su sentencia, recto en su juicio (Sal 51 o 50, 6), pero exige del hombre
arrepentimiento y cambio de conducta (Sal 99, 8). Si no hay cambio de conducta
el Señor es vengador de las maldades del hombre. Quiero recalcar aquí la
tremenda diferencia entre este texto del salmo y la parábola del Hijo pródigo.
Jesús ni viene a vengar, ni a culpar, ni a ¿redimir? Simplemente ama.
En el NT aparecen ante todo los recomendaciones de
Jesús para el cambio de vida (metanoia) para preparar el Reino de Dios que ya
está “entre y dentro (inter et intra)” de nosotros, de ello ya habla el
Bautista pidiendo que se preparen los caminos del Señor, que oriente el
cambio hacia el amor, hacia el compartir lo que se tiene (Lc 3, 4-14). Para
Jesús pecado no es transgredir una norma, sino la maldad que sale del corazón
del hombre (Mc 7,14-23) y sobre todo lo es el escandalizar a los humildes (Lc
17,1-4 y par.). El perdón del pecado por parte de Dios es total y sin límites
(Mt 18,21-22 y par.), pero el Padre no perdona si el hombre no perdona a sus
semejantes (Mt 6,14-15). El perdón se muestra, sobre todo, en el amor a los
enemigos (Lc 23,24 y par.).
La palabra “pecador” aparece en el NT con frecuencia
como sinónimo de gente marginada y de baja estofa con los que Jesús se
relaciona, así hablan constantemente los fariseos (Mt 9,10-13 y par.), quienes
le llamaron “comilón y borracho” (Lc 7,34). Jesús explica su actitud con
parábolas (La oveja perdida, el hijo pródigo, el dracma perdido). Es de notar
que en estos textos neotestamentarios no aparece el concepto de pecado como una
infracción de una Ley, sino como una ruptura del amor. En Juan es aún más clara
esta visión.
En Juan, fuera quien fuera el autor (o quienes fueran
los autores) del cuarto evangelio y de las cartas de Juan y del Apocalipsis, el
pecado es la opción contra la Luz que ilumina a todo hombre (Jn 1,5; 1,9; 3,19;
9,40...) y la Luz es la Vida a la que se oponen las tinieblas y la muerte (Jn
1,4; 3,19; 1Jn 5,16). Toda injusticia es pecado, pero “no siempre acarrea la
muerte” dice Juan en su primera carta. Y la injusticia se opone a la vida y al
amor, es el máximo fruto del egoísmo (del ego frente al Yo), y el Yo es
simplemente amor sin exclusiones. Amar a sus hermanos es vivir en la Luz (Jn
2,10). En la primera carta de Juan se afirma también que Jesús es el que expía
los pecados del mundo (2,1-2), además de afirmar en diversas partes de la
misma que lo que distingue al cristiano es el amor sin exclusiones (2,3; 4,8;
1,7; 5,2...) el amor es el único mandamiento de Dios (2,3... y passim). Cuando
se ama al prójimo con las obras se cuenta con la benevolencia de Dios (Jn
3, 16-21). El amor entierra los pecados nos dice la primera carta de Pedro (4,8).
Para Pablo el pecado es ante todo una potencia
maléfica, el mal, que entra en el mundo con el pecado de Adán y causa la muerte
de los hombres (Rom 5,12; 6,23; Ef 2,1...). La Ley sirvió para que todos
tomaran conciencia de que estaban bajo el dominio del pecado (Rom 3,20; Gal
3,19). La fuerza del pecado está en la Ley, por ello hay que morir a la Ley
para morir al pecado (Rom 7,4) y esta muerte sólo es posible por la acción del
espíritu, por la Fe (Rom 8,2).
Nos baste esta sucinta síntesis de las visiones que en
la Biblia aparecen del pecado, para que nos podamos hacer una idea de las
distintas formas de relación con lo Divino o Numinoso, concretado para el
pueblo judía en el personaje de Yahveh. En el NT no aparece el pecado como
culpa, al menos en su núcleo más denso de narraciones de experiencias
espirituales. Pero no podemos olvidar las tendencias tan diversas que se
dan entre los primeros seguidores de Jesús.
Y a la hora de hablar de la Biblia y del NT, como de
cualquier otro texto en el que se funde una institución religiosa, se han de
tener en cuenta muchos elementos: El asunto de la inspiración de la Biblia, la
aportación del hagiógrafo, la influencia de su cultura y de su contexto
social... la lengua usada, las traducciones... la elaboración de la estructura
de los textos... la misma interpretación de lo que es inspiración a la luz de
la evolución de la misma conciencia humana... los textos conservados, que no
son los originales...
Esto en cuanto a la Biblia, pero entiendo que es
interesante también saber qué piensan otras formas religiosas sobre la
sacralidad y más en concreto sobre el pecado como ruptura de la misma.
Personalmente puedo escribir algo sobre el budismo, en muchas ocasiones
llamado: no religioso, o, religión atea. Mas si tenemos en cuenta que religión
es la preocupación por lo último, el budismo es una religión, aunque en su
transfondo no haya un Dios o Divinidad personal en el que se fundamente, como
lo hacen el cristianismo, el islam, el hinduismo.... Y en este sentido el ateísmo
es una religión, como lo es el agnosticismo y otras múltiples formas humanas de
ocupación y preocupación por las necesidades últimas.
Los que somos deudores de la tradición abrahámica, a
través del cristianismo, no podemos concebir a Dios, si no es a partir del Ser,
algo que no ocurre en todas las religiones, ni tampoco en el ateísmo moderno.
Ya Heidegger distingue entre la comprensión metafísica del Ser (la que hemos
tenido hasta ahora en la filosofía occidental) y la comprensión no metafísica
(postmetafísica) a la que apunta todo pensamiento futuro y que supondrá la
superación de toda ontología. En esta línea de desentologización de Dios
podemos entender mejor el budismo que nos habla constantemente de la Nada, el
Vacío...
Con esta visión del No-Ser en el budismo no puede
existir una concepción del pecado como transgresión de una Ley divina, ni tan
siquiera una concepción del pecado. En cambio, en el hinduismo sí que se da
algo similar a cierto concepto de pecado, no el más usual: el hinduismo asume la
concepción védica de la existencia como deuda, de la creaturabilidad como algo
que debe ser superado, del ego que ha de ser transformado en yo=amor, de aquí
pasó al vedanta, una de las visiones místicas más interesantes habidas en la
historia pasada y en la historia que se está haciendo. De ahí deduce el vedanta
el deber primordial del ser humano: cancelar sus deudas con el pasado y
transcender su propia creaturidad, ser uno con (el) Todo. En su propio ser
criatura, en no ser Dios, no ser lo Total, en la misma sensación de
separatividad, de que somos un yo separado del Espíritu, del Todo está el
pecado, el pecado es la misma consciencia de separatividad, como nos explica
Alan Watts en su “Libro del tabú”. El pecado se da, cuando la propia existencia
se estanca, cuando el ser que necesariamente es ser-siendo, es acción, se hace
una substancia, se cree no solo ex-sistente (sistere ex), sino con-sistente
(sistere in-cum- se); el pecado, dice Panikkar, es la sistencia que no acepta
su ek-sistencia, el ser que olvida su evolución, la existencia que se para y no
se hace esencia. La acción, que transcurre, que se piensa permanente y al
pensarse tal, se hace permanente, anquilosada.
Realmente es ésta una reflexión nada banal, muy
profunda, y nos puede ayudar a reflexionar con una perspectiva cristiana sobre
la parábola del Hijo pródigo. Somos pecadores, esto es, somos seres en
evolución, in fieri, por el mero hecho de existir (sea este hecho creación,
manifestación, participación...), por tanto el reconocimiento de nuestra
condición necesitada del perdón (per-donare = dar en abundancia, dar la
existencia), de que somos manifestación, sólo manifestación, de lo inmanifiesto
es la actitud justa. De ahí que el justo (en la Biblia: el que no tiene pecado)
se confiese pecador =recibidor del per-don (donación del ser) de aquel que no
es el ser, sino el Origen del ser, que es No-ser.
Por descontado que esta visión fundamentada en los
Vedas está enfrentada con la noción de pecado como culpa legal, como
transgresión de la norma. Simplemente está hablando de un fieri que no ha
llegado a su culminación (Atman), culminación que no ha de realizarse
necesariamente con el tiempo, aunque sí en el tiempo. Es temporal, mas no
depende del tiempo, en modo alguno los Vedas se plantean el aspecto jurídico y
el de mancha del alma de la ex-istencia, es algo impensable para el pensamiento
hindú.
Pero, lo que quiero tratar con detenimiento en este
escrito es la posibilidad, o no, de que el concepto mítico del pecado
manifestado en las épocas mágica y mítica de la conciencia humana (hasta el
Renacimiento) concepto que aún mantiene la institución católica (al hablar de
institución católica no estoy hablando de la iglesia católica que tanto de
bueno está aportando a la humanidad, sino a la institución propiamente dicha:
Vaticano, Jerarquía, “jerarquismo” patológico, doctrina ortodoxa,...), pueda
seguir siendo sostenido tras el enorme avance de dicha conciencia conseguido al
subir ésta del nivel mítico al racional, avance que queda abierto hacia otros niveles
superiores (psíquico, sutil, causal... por nombrarlos de alguna manera, niveles
que adquirieron los místicos, no digamos el hombre Jesús de Nazaret) a los que
la humanidad en su conjunto irá ascendiendo a lo largo de los tiempos, algo que
podemos percibir hoy en las manifestaciones de los grandes sabios (de
sabiduría, no de erudición) y santos. ¿Qué nivel de conciencia pudo llegar a
tener Jesús de Nazaret al celebrar con sus seguidores la última cena y
comunicarles todo lo que en el evangelio de Juan se ha dado en llamar la
Oración de Jesús (Jn 17)? “Que ellos sean uno, como tú y yo somos uno...”
Ratione brevitatis pongo punto final. Entiendo, quizás
con osadía, que el tema de la obligatoriedad sagrada de los textos canónicos y
morales ortodoxos queda muy en entredicho con estos principios de qué puede ser
pecado. Si nos adentramos en la reflexión de qué pueda ser sagrado, en parte
deducible, y qué pueda ser divino, temas a tratar por los que se sientan
capacitados, las conclusiones podría ser ...
José A. Carmona
viernes, 27 de junio de 2014
CON MOTIVO DE UNA PROPUESTA
En un comentario a un escrito de Juan Cejudo, nuestro amigo
y maestro José A. Hernández nos proponía debatir o reflexionar sobre la función
y sobre los contenidos del Código de Derecho Canónico. ¿se podrían -deberían-
suprimir algunos, muchos, todos, los cánones? ¿Hasta qué punto obligan?. Y lo
mismo no pide poco después sobre la Moral.
No creo que sea una petición baladí. Los entendidos en estas
materias deberían al menos abrir el camino para un bebate donde pudiéramos
caber todos.
Por lo que a mí respecta, no tengo ni idea del Derecho
Canónico, en cuanto a la Moral quizás no pueda decir lo mismo. Mas estoy
dispuesto a participar en ellos.
Cuando estaba en la casona -hice un curso de teología allí,
que luego tuve que repetir en Salamanca sencillamente porque sí- se contaba
este chiste: “Dos curas amigos, que no están muy de acuerdo con las cosas
aprendidas en el seminario, se compromenten a que el primero que muera de ellos
vendrá al otro a decirle si hay algo de verdad en esos estudios. Un día murió
uno, por la noche se le apareció al compañero, quien le pregunta con ansiedad:
¿qué? ¿qué tal el dogma? ¿es cierto? Y el muerto le responde; taliter
qualiter... ¿Y la moral? Y ni corto no perezoso dice: totaliter aliter.”
Creo que la propuesta de José Antonio de debiera caer en
saco roto.
José A. Carmona
Nota al margen. Lo digo porque necesito decirlo. Los cuadros que aparecen en
el fondo de la foto que preside este escrito, están pintados por mi mujer,
Paqui. Tiene muchísimo gusto pintando, aunque no haya ido a ninguna escuela de
pintura. Algún día tengo que hablar de ello.
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martes, 24 de junio de 2014
FELICITACIÓN A TODOS /AS LOS/AS JUANES/AS
La más sincera felicitación a todos los que celebran hoy su
santo:
Los (Juanes) Vinuesa, Fuente, Cejudo, Tocón...
Lo siento, pero no puedo nombrar a ninguna mujer porque no
conozco a Juana alguna, aunque es muy probable que la haya.
Publicado por José A. Carmona a las 17:14 3 comentarios:
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jueves, 19 de junio de 2014
Sin titulo
Dice Ramana Maharshi
D: ¿Cómo ha de indagar uno «¿Quién soy yo?»?
M: Las acciones tales como «ir» y «venir» pertenecen solo al
cuerpo. Y así, cuando uno dice «Yo fui, yo vine», eso equivale a decir que el
cuerpo es «yo». ¿Pero, puede decirse que el cuerpo es la consciencia «yo»,
puesto que el cuerpo no era antes de nacer, está hecho de los cinco elementos,
es no existente en el estado de sueño profundo, y deviene un cadáver cuando
muere? ¿Puede decirse que este cuerpo que es inerte como un tronco de madera
brilla como «yo—yo»? Por consiguiente, a la consciencia «yo» que surge primero
respecto al cuerpo, se la llama diversamente como auto-orgullo (tarbodham),
egoidad (ahankara), nesciencia (avidya), maya, impureza (mala) y alma
individual (jiva). ¿Podemos nosotros permanecer sin indagar sobre esto? ¿No es
para nuestra redención a través de la indagación por lo que todas las
escrituras declaran que la destrucción del «auto-orgullo» es la liberación
(mukti)? Por consiguiente, haciendo que el cuerpo-cadáver permanezca como un
cadáver, y sin pronunciar siquiera la palabra «yo», uno debe indagar agudamente
así: «¿Qué es lo que surge como “yo”?». Entonces, brillará en el Corazón una
suerte de iluminación sin palabras, en la forma «yo—yo». Es decir, brillará por
sí misma la consciencia pura, que es ilimitada y una, una vez desaparecidos los
pensamientos limitados y múltiples. Si uno permanece quiescente sin abandonar
esa (experiencia), serán totalmente destruidos la egoidad, el sentido
individual en la forma «yo soy el cuerpo», y finalmente, el pensamiento final,
es decir, la forma «yo», también será extinguida como el fuego que quema el
alcanfor. Los grandes sabios y las escrituras declaran que sólo esto es la
liberación.
Dice el evangelio de Juan
Jesús, entonces,
dándose cuenta de que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró
otra vez al monte, él solo. (Jn 6,15).
Publicado por juanvinuesa a las 10:14 12 comentarios:
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viernes, 6 de junio de 2014
APUNTES SOBRE LA ESPIRITUALIDAD INTEGRAL
La
técnica, entre otras cosas, avanza en nuestros días a gran velocidad, y nos está
haciendo ver y comprender nuevas formas de muchas cosas conocidas, aparte de
muchas cosas nuevas. Tomemos el ejemplo de un libro.
En los
tiempos del Código de Hammurabi (siglo XVIII a. C.) el libro era una piedra
cónica grabada con una serie de signos (cuneiformes). Los egipcios estos signos
los trasladaron a los muros y sobre todo a los papiros en rollos, sus libros.
Los romanos utilizaron tablillas de cera que marcaban con el “stilus”. En el
medievo se utilizaron los pergaminos (pieles elaboradas) escritos a mano por
los amanuenses e ilustrados muy bellamente. Nosotros hemos conocido (de larga
tradición) el papel, hecho con pasta de madera, con el que se han elaborado una
cantidad inconmensurable de textos. Hoy día hemos llegado al llamado “ebook”,
el libro informático (la colonización de la lengua es patética). Todos los
objetos que los humanos a lo largo de la historia hemos usado para imprimir
nuestra escritura, no son más que soportes. Varían de unos a otros pero la
escritura permanece, el libro permanece, la Piedra Roseta, el Código de
Hammurabi, los rollos, los pergaminos... y el ebook son sencillamente libros.
Si alguien dijera que un ebook no es un libro porque no es de papel, cogería el
rábano por las hojas. La esencia del libro es la escritura como instrumento
para la trasmisión del pensamiento, del sentimiento... y desde luego nadie
osaría llamar a los códigos de pergaminos que contienen las Glosas Emilianenses
“no libros”. No es el soporte, sino la escritura lo que hace que el libro se
tal.
Algo
similar nos está pasando a los hombres con respecto a la Realidad a la que
llamamos Dios (un icono de lo Divino con muchos siglos de historia y válido
siempre que lo despojemos de la inflación ganada con el paso de la historia). La
confundimos con el soporte mítico medieval con que nos transmitieron su
concepto, su idea. Algo que ha sucedido con muchísima frecuencia en el mundo de
la modernidad que rechazó de plano a Dios porque se vio en la evidencia de que
tenía que rechazar el mito medieval, sin caer en la cuenta de que no es lo
mismo el soporte que lo soportado, lo que se trasmite que el medio de la
trasmisión, Dios que el Dios mítico. Si la humanidad da un paso hacia la
racionalidad o hacia la visión sutil, han de ser éstas los medios de trasmisión
de la Totalidad, del Misterio al que llamamos Dios, y no el mito o, lo que
sería mucho peor, la visión mágica que quedó atrás hace muchos siglos, aunque
no para muchos. Negar al Dios mítico no es ser ateo, sino ser coherente con la
evolución de la conciencia que exige una nueva forma de entender lo Divino
(como Misterio, Totalidad, Nada, Plenitud, Cosmos, Vacío, Realidad total y
transpersonal, Fundamento último del ser...).
La
historia, pese a lo que sostienen los creacionistas, es puro desarrollo, es
pura evolución. Desde la piedra a la autoconsciencia, desde la semilla al
bosque, desde los átomos hasta las galaxias, desde la célula procariota hasta
los mamíferos, desde el feto hasta el hombre maduro... Y en esta evolución los
estudiosos han descubierto a base de experimentar en los más diversos campos
una serie de rasgos comunes a todo ser (y por lo mismo a toda evolución). El
conjunto de estos rasgos comunes es el objeto que trabaja la espiritualidad
integral. Hoy tenemos un conocimiento global, cualquier persona puede acceder
al conocimiento acumulado a lo largo de la historia por todas las culturas, y
también a la experiencia, a la sabiduría, a las reflexiones... de todas las
civilizaciones de la historia. Apelando a las grandes tradiciones del mundo se
ha esbozado un mapa integral (o inclusivo) de los elementos más interesantes
que ellas nos proporcionan.
Este
enfoque (o mapa) integral contiene fundamentalmente estos cinco elementos: cuadrantes, niveles o estadios, líneas,
estados y tipos. Con estos enfoques se tienen cuenta los aspectos más
importantes de la vida. El mapa integral nos ayuda a vernos a nosotros mismos,
la vida y a Dios de un modo más exhaustivo y eficaz. Yo diría de un modo
novedoso que hasta ahora ha sido imposible tener. En San Francisco -California,
EE.UU- se ha creado el Integral University para un aprendizaje realmente
integral. Este mismo enfoque ha originado el Integral Spiritual Center que
reúne a grandes maestros espirituales del mundo. Este Centro ha elaborado doce
terapias experimentales para el día a día, llamada Práctica Vital Integral,
doce pues atienden a las dimensiones cuerpo, alma, espíritu desde las
perspectivas de los cuatros cuadrantes (yo, nosotros, ello, ellos). El comienzo
de una era verdaderamente integral supondrá la extinción definitiva de la era
metafísica.
Los cinco
elementos (el perfil de nuestra conciencia)
Los
elementos que comprende este mapa de la visión integral son llamados: cuadrantes,
niveles, líneas, estados y tipos. Se ha de advertir que no son meros conceptos
teóricos, sino aspectos de la experiencia que podemos verificar en cualquier
momento. Se trata del perfil elemental de la misma conciencia humana. La misión
de la visión integral es la de ayudarnos con rapidez y eficacia en el viaje de
la vida.
- Los
cuadrantes son los elementos de conexión de todos los demás. Acabo de
nombrarlos. Otro de los nombres que se les aplica (ya en la escolástica se
hacía como identidades del ser. Y lo son: Verdad (ello y ellos), Bondad
(nosotros), Belleza ( estética o yo). Toda realidad tiene estos cuatro
cuadrantes, y por lo tanto también nuestra conciencia, estos cuatros aspectos
que han de ser igualmente cuidados en todo desarrollo, en toda espiritualidad:
lo interior subjetivo junto con lo interior colectivo, que es el ámbito de los
sentimientos, la estética, la belleza, los pensamientos, lo espiritual (como lo
entendemos actualmente) amén de la cultura, el arte, la moral... y lo exterior
tanto individual como colectivo o mundo de la naturaleza, de la sociedad, de
las estructuras, de la materia, de las ciencias...
Estos
cuatro elementos los podemos observar en nosotros mismos: nuestro cuerpo,
nuestra alma, nuestro espíritu... - tanto plural como colectivo- y hacerlo
desde una perspectiva externa,
analizándonos, (en tercera persona, lo hace la ciencia) o interna viviéndonos
como cuerpo, como alma... como lo que somos (en primera persona, lo hace la
vida).
- Los
niveles (también llamados estadios)
Todos los
cuadrantes se desarrollan, crecen (más o menos), evolucionan. Así van
apareciendo los distintos niveles. En el cuerpo y en la materia lo vemos con
los ojos de la cara. En la mente, hablamos de personas maduras o infantiles...
Igualmente lo podemos observar en los demás cuadrantes, el nivel del místico no
es el del impío, distinguimos perfectamente entre el oprimido y el opresor,
entre Jesús de Nazaret y un talibán misógino.
En el
cuadrante del yo humano podemos distinguir diversos estadios: el egocéntrico
(abundante), el etnocéntrico (abundantísimo), el mundicéntrico (escaso) y el
Kosmocéntrico (escasísimo). El primero no va más allá del cuerpo, el segundo de
la mente, el tercero llega al espíritu, el cuarto es además no-dual. Y esto
tanto en lo individual, como en lo colectivo. Los nacionalismos no llegan al
espíritu, pero la expansión de esta conciencia grupal favorecen sistemas más
complejos que los clanes y las tribus. Pero mientras no lleguemos a los
sistemas globales estaremos impidiendo el desarrollo total del hombre y de la
historia. Mas poco a poco creamos niveles sociales cada vez más elevados. Jesús
de Nazaret en su mandamiento del Amor sin límites tenía muy claro todo esto.
- Las
líneas de desarrollo
Éstas se
dan igualmente en los cuatro cuadrantes. También llamadas líneas de
inteligencia. Son múltiples y
cada una puede alcanzar un nivel muy distinto a las otras. Todos conocemos a
personas muy eruditas y a la vez muy inmorales. La terapia integral está
enfocada al más pleno desarrollo de todas ellas. Recuerdo las principales:
. la línea cognitiva (de Piaget), fundamental, es
sencillamente la conciencia de lo “que es”
. la línea emocional, incluye todas las emociones
. la línea interpersonal, la forma de relacionarse con los
demás
. la línea moral, de las buenas costumbres
. la línea estética, de la belleza y del arte
. la línea de la identidad del “yo”, ¿quién soy yo? Y su
respuesta
. la línea de los valores, estudiada por C.Graves ¿qué
merece o no la pena?
. la línea espiritual, o lo que la persona considera lo último,
lo más importare
. línea
psicodinámica
…
Todas y
cada una de estas líneas pueden alcanzar niveles máximos, medios o mínimos.
Todos conocemos ejemplos abundantes (grandes deportistas muy ignorantes, o
santos muy sabios pero incapaces de practicar aceptablemente un deporte,
grandes artistas inmorales...) y todas alcanzan a los cuatro cuadrantes o como
los podemos llamar: yo, cultura y naturaleza. Los cuatro se desarrollan, esto
es, se despliegan de niveles inferiores a los superiores. Un ejemplo: Cuadrante
exterior individual, átomo, célula, tejido, organismo, árbol, bosque...o feto,
bebé, infante, adolescente, joven...: Cuadrante interior individual: yo
instintivo, mágico, arcaico, mítico, racional, intuitivo, holístico...no-dual:
Cuadrante interior colectivo: nosotros (cultura) premodernos, modernos,
postmodernos, integral... Cuadrante exterior colectivo: clanes, tribus,
ciudades estados, imperios, naciones, organizaciones supraestatales,
comunidades integrales... Esto lo vemos en cada una de las líneas de
desarrollo, no creo necesario insistir.
Ya he
escrito en otros artículos de este blog sobre los diversos aspectos de lo que
queremos expresar cuando utilizamos la palabra espiritualidad (el 12/4/10 y el
26/3/11). Por ahora no insisto en ello, puede ser que más adelante.
Los tipos.
Principio masculino y femenino. El masculino se identifica más, quizás, con la
individualidad y el femenino con la relación. Estos tipos existen en todos los
seres, pero somos más conscientes de ello
en lo que se refiere al sexo, al pensamiento, al sentimiento, a la
intuición... y pueden hallarse en cualquiera de los niveles o estadios.
Refiriéndonos a los hombres (varones y mujeres) se desarrollan a través
de los distintos niveles de forma diferente, una voz diferente según sean
varones o féminas. El varón se centra más en la autonomía, la justicia, los
derechos, la lógica reflexiva, la mujer en la relación, el respeto, la
responsabilidad. Los varones se tocan poco, las mujeres sí lo hacen con
normalidad.
En el
estadio integral ambas voces, masculina y femenina, que desde el inicio están
dentro de cada individuo, tienden a integrarse. No se trata de que cada sexo se
asemeje al otro, sino que abraza los dos aspectos de su propio ser, no se trata
de un tertium quid amorfo y asexual, sino que siendo varón o mujer se atiende
más conscientemente al otro aspecto de su propio ser.
Los
estados. La palabra la utilizamos con frecuencia: estado de salud (corporal
normalmente), estado financiero, estado del clima, el estado... Se experimentan
en todos los cuadrantes. En invierno la naturaleza parece estar dormida, y lo
está, la vida está aletargada, en primavera florece... y lo mismo sucede en las
sociedades, en las culturas. Aquí me refiero a la conciencia (que es todo), y a
la conciencia humana o autoconsciencia en concreto. Dejando sentado que siempre
es posible en el hombre un estado alterado de conciencia (estados meditativos,
experiencias cumbres...), hablo de los estados a los que accedemos todos con
toda normalidad. Son vigilia, sueño -con sueños- y sueño profundo, propios del
cuadrante superior izquierdo o individual. Dichos estados no son permanentes,
entramos y salimos de ellos cada día de nuestra vida en la tierra. En estos
estados alcanzamos contactos muy diversos con la realidad. Del estado de sueño
profundo no hay memoria en la mayoría, ni siquiera del sueño con sueño, pero
los místicos causales nos hablan de sus experiencias en los mismos. La práctica
de la espiritualidad integral ayuda a conseguir unos estados energéticos (sutil
y causal) del cuadrante superior externo que nos hacen vivir constantemente en
esa percepción-identidad de la realidad-Realidad. ¿Qué decir en el mundo
cristiano de la intimidad que Jesús tenía con su Abba? ¿Qué es lo que Teresa de Ávila encontraba
entre los pucheros, una idea de Dios o la Realidad que llamamos Dios?
Sencillamente se trata de: Amada en el Amado transformada. Leer a los místicos
ayuda mucho.
¿No es
verdad que la religión (o espiritualidad) nos habla constantemente de la Vida y
del Amor? Y sin embargo, ha sido siempre origen de muerte y destrucción y lo
sigue siendo. A una grandísima parte de la humanidad -la inmensa mayoría- le
falta encontrar el sentido a todo. Asumiendo que la espiritualidad abarca todo
lo dicho, los cinco elementos, habrá sitio para todas las visiones de Dios, o
casi todas. Y todo podrá cobrar el sentido que no vemos. Ha de ser fruto de una
experiencia personal. Más adelante quizás vuelva al tema para desarrollarlo
más. Hoy quiero despedirme haciendo una reflexión sobre Dios o el Espíritu
teniendo en cuenta lo dicho:
¿El
Espíritu (Dios...) es real o no lo es? ¿O acaso una mera creación mental?
¿Existe, o
no, un Fundamento real de Todo, una Divinidad real? ¿Existe ese Cristo, ese
Misterio que soporta nuestro propio ser y a todo el cosmos dańdole Vida y
Sentido?
Sin duda
alguna la respuesta a esta pregunta no la podemos buscar en la razón humana que
no puede alcanzar el Misterio. Es tan imposible que la razón nos de la
respuesta como poder oír música con los ojos. La razón no es el medio adecuado.
Mas de ahí, llegar a la conclusión de que no hay tal Espíritu es totalmente
irracional, sería similar al sordo que negara la existencia del sonido. La
actitud adecuada sería ver y estudiar las respuestas que han dado los hombres
que a lo largo de todas las épocas han alcanzado los niveles superiores de
conciencia: los místicos de todas las culturas. Siempre teniendo en cuenta las
limitaciones humanas de las mismas, se ha de deducir el denominador común.
Visto
desde estas experiencias, el Espíritu o Fundamento de todo no es en modo alguno
un ser mágico, ni mítico, ajeno al mundo, sino que es la Esidad (no sólo ens a
se) de todo ser, o la Vacuidad que es transparencia de cuanto existe o puede
existir. Es una Inteligencia o Conciencia, no mítica, no dualista, sino
no-dual, no una inteligencia que percibe las cosas, sino que conoce las cosas
siéndolas, manifestándolas. Es a la vez conocimiento y ser, sujeto y objeto. Si
se le describe como Ser, no se trata de una substancia ontológica, sino de la
Esidad misma de cada cosa que es previa a todo (conceptos, sentimientos,
imágenes, símbolos...). Si se le describe de forma personal, es la Divinidad,
anterior a cualquier manifestación de la misma como Origen, Fuerza y Amor
(Padre, Hijo, Espíritu) o cualquier otra. Es una Talidad eterna, esto es,
atemporal; no se trata de una Talidad
imperecedera, sino que no tiene tiempo, no está en el tiempo. Es
meramente momento, ahora, presente, ajena al tiempo.
Se puede
describir ese Espíritu de múltiples formas y maneras, tantas como los
despliegues evolutivos de la conciencia y todas coinciden en la existencia de
una Realidad infinita que es y está más allá, detrás, sobre y como el universo
manifiesto, algo similar (pero solo similar) a como las hojas de un libro están
sosteniendo a las letras, sin papel (o el soporte que sea -ahora mismo estoy
escribiendo sin papel-) y sin letras no tenemos libro.
Y podemos
preguntarnos ¿existe una prueba de todo esto? Sí, la misma que nos demuestra a
qué sabe un gazpacho andaluz: experimentarlo.
Ascender
por los niveles de conciencia en los cuatro cuadrantes hasta llegar a las olas
más altas y degustar lo que entonces se experimenta. El camino místico es la
prueba. Y ese Dios experimentado no será un Dios mítico, ni dogmático, no será
un Dios meramente racional... ni será el dinero, ni cualquier otra preocupación
que absorba la conciencia de los hombres, respuestas que a lo largo de su
evolución los humanos nos vamos dando y que son incompletas y parciales, aunque
sirvan en sus momentos, pues no son globales, no son integrales.
Acabo con
unas palabras de Wilber, uno de los miembros del Integral Spiritual Center:
“Existe un Espíritu en todas y cada una de las olas de conciencia,
puesto que el Espíritu es esa misma conciencia mostrándose en los distintos
niveles de su propio desarrollo, la misma conciencia que duerme en los
minerales, empieza a despertarse en las plantas, se mueve en los animales,
revive en los seres humanos y retorna a sí misma en el sabio despierto. Y lo
más extraordinario es que todos nosotros -tanto usted como yo- estamos invitados a convertirnos en un sabio
despierto.
¿Llegaremos a verlo?”
José A.
Carmona
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domingo, 13 de abril de 2014
¿DORMIDOS O DESPIERTOS? (3ª PARTE)
En las dos
partes anteriores en las que se ha introducido y explicado la primera parte del
título, no se ha hecho más que explicitar lo que dice Nitzsche, en su libro Más
allá del bien y del mal: “La filosofía siempre crea su propio mundo, a su
imagen, la filosofía no es más que esa tiránica voluntad de poder, de ser la
primera causa.”
A nivel
inconsciente al menos, se ha repetido anteriormente, no queremos ver. Por ello
culpabilizamos a los “otros” de todo aquello que en nosotros no nos gusta (la
sombra). Esto nos hace fans incondicionales de ideas políticas, religiosas, o
de partidos, de equipos deportivos... de nacionalismos (todos incluidos,
también los que se formaron en el pasado cercano o remoto) que nos dan como se
ha dicho esa seguridad “falsa” en la que nos sentimos a gusto y defendidos por
los otros. Pero esto no es el Amor. El Amor es Libertad, sencillamente
Libertad, Espíritu, Vida y aparentemente Riesgo... Por lo mismo la firme
decisión de querer ver es fundamental para el Despertar.
El Testigo
Se ha de
tener muy en cuenta que el Despertar conlleva el abandono total del yo
superficial (del ego) que se nos cuela en la vida por todos los resquicios. Mas
el individuo identificado con el ego no está situado en el Centro, está
enajenado de lo que “realmente es” como dicen Krishnamurti y el Tao. El
individuo identificado con su ego, su falsa personalidad (nombre, profesión,
estatus social, familia, lugar donde vive...) se sitúa en lo que cree que es. Sueña.
Está dormido. No se trata de que estos aspectos hayan de ser olvidados, sino de
seamos siempre conscientes de que son relativos, no son el centro y que por lo
tanto no pueden ser el norte de nuestras vidas. De ellos hay que mantener lo
que hay de Amor, de Unión, el resto es falsificación. ¡Cuánto poder tienen
estas falsificaciones egoicas en este mundo del tiempo y del espacio!¡Qué miope
es la humanidad!
La
sabiduría vedanta nos propone una reflexión que nos aclara la diferencia entre
el YO universal y el yo individuo (ego). En pocas palabras es ésta:
Una cosa
es aquello que puede ser conocido (objeto) y otra cosa es el que conoce
(sujeto). El conocedor no puede ser conocido, pues dejaría por ello mismo de
ser sujeto para convertirse en objeto, dejaría de ser conocedor para ser
conocido. Lo que es verdaderamente “Yo” no puede ser conocido, pues sería
objeto. Dice Shamkara: “el conocedor es simplemente el conocedor y nunca puede
llegar a ser algo cognoscible”. El ojo nunca puede verse a sí mismo. ¿En un
espejo? Lo que ve en el espejo no es el ojo, sino la imagen reflejada (que para
algunas cosas puede ser utilizada como válida, para el conocimiento sensible).
Y lo mismo nos sucede cuando reflexionamos sobre nosotros mismos, no vemos al
sujeto, sino a la imagen objetivada -proyectada hacia la mente- del mismo. Mas
en realidad el sujeto en cuanto tal no es el objeto. Lo que es el Yo es el
sujeto, el que conoce. Y su naturaleza es Consciencia pura. Es el Testigo de
todo cuanto conocemos pero que nunca puede ser conocido. El Yo es la
Consciencia que atestigua. Podemos tener conocimiento de nuestro cuerpo, de
nuestras sensaciones, de nuestros proyectos, ideas... y por lo mismo no son
nuestro Yo. Aunque en la vida ordinaria los confundimos con nosotros mismos.
Para
profundizar en este despertar a la “visión”, a la “Consciencia pura” de lo que
acontece el vedanta ofrece un instrumento: la meditación del Testigo.
Personalmente me ha servido mucho en mis últimos años. Aparte, y a lo largo de
toda mi vida me ha servido como indicador extraordinario el IV Evangelio, el
evangelio de la proclamación del Amor (y del Agua, y de la Gracia, y del
Espíritu...). En cuanto al IV evangelio lo que precede en este escrito es una invitación
a meditarlo, reflexionarlo, asimilarlo, a empaparse de él, a zambullirse en él
para poder alimentarse en lo más auténtico de nuestro YO de la Sabiduría.
En cuanto
a la meditación del Testigo, se transcribe aquí literalmente un artículo de mi
blog, escrito hace unos años. Dice:
La meditación del Testigo
Son muchas, gracias a Dios, las cosas que me atraen, tanto
las sensibles, como las inteligibles y las contemplativas. Estas últimas, más
que atraerme, me fascinan. La Belleza, la Verdad, la Bondad, donde quiera que
las encuentre mi propia limitación temporal y sea capaz de percibirlas, desde
el sabor de un buen vino, de un plato bien cocinado y la hermosura del cuerpo
humano hasta la plenitud sencilla del Amor pasando por la maravilla del
pensamiento y el éxtasis del cante flamenco o del cante gregoriano, son un
solaz para mí. Sin olvidar la belleza de colores que encuentro en los cuadros
que pinta mi esposa, Paqui.
Me fascinan muchas de las frases que los evangelios ponen en
boca de Jesús, aquel hombre que pasó haciendo el bien, como dice Pedro (Hech
10,38), me fascina la soledad en la que vivió (nadie supo –ni pudo-
entenderlo), me fascina su íntima comunión con Yahveh a quien llama Abba, me
fascina su desconcierto en la cruz porque no encuentra a nadie, ni siquiera al
Abba (Eloí, Eloí lemá sabaktaní), según nos dice Marcos (15, 34), y pese a todo
expira poniendo su espíritu en manos del Padre, señala Lucas citando el salmo
31 (Lc 23.46) (¿Elaboración posterior? Se escribió muchos años -¿20? ¿30?-
después del escrito de Marcos, entre otras causas). Jesús de Nazaret vivió el
Amor hasta la consumación en la soledad más absoluta.
Acercarnos a ese Amor es lo que pretenden todos los métodos
de meditación como la archiconocida meditación del Testigo, que igualmente me
fascina y gracias a la que he vivido verdaderos momentos de no-dualidad.
K. Wilber expresa la aventura extraordinaria que es la misma
con estas palabras, que a su vez pueden servir de instrumento que ayude a practicarla:
“¡Mira! ¡Mira! ¡Mira! ¿Qué es lo que ves? ¿Qué es lo que
puedes ver? ¿Qué otras cosas puedes ver sino las texturas de tu ser, el gran
Único Sabor de tu Presencia primordial que aparece por doquier como el mundo?
¿Sigues creyendo ahora acaso que el mundo “fuera de aquí” es distinto a la
sensación que tienes de ti ahora mismo? Escúchame:
Todo eres
tú.
Tú estás
vacío.
La
vacuidad se manifiesta libremente.
Manifestarse libremente es la autoliberación.
Acompáñame, amigo mío, y repitamos juntos una vez más esta
práctica:
Advierte tu conciencia presente. Date cuenta de los objetos
que aparecen en tu conciencia, date cuenta de las imágenes y pensamientos que
emergen en tu mente, de los sentimientos y sensaciones que emergen en tu
cuerpo, de la miríada de objetos que te rodean y que aparecen en la habitación
o lugar en que te encuentres. Todos esos son los objetos que emergen en tu
conciencia.
Piensa ahora en algo que, hace cinco minutos, se hallara
también en tu conciencia. La mayoría de los
pensamientos han cambiado, la mayoría de las sensaciones corporales han
cambiado y probablemente haya cambiado también el entorno que te rodea. Pero
hay algo que, hace cinco minutos, estaba también ahí y no ha cambiado. ¿Qué es
lo que está presente ahora que también estaba hace cinco minutos?
Yo soy.
El sentimiento y la conciencia de ese Yo todavía están presentes. Yo soy ese Yo
omnipresente que está tan presente ahora como lo estaba hace un instante, hace
un minuto y hace cinco minutos.
¿Qué es lo que estaba presente hace cinco horas?
Yo soy. La sensación de que yo soy es continua,
autoconocedora, autorreconocedora y autovaliente y está tan presente ahora como
hace cinco horas. Todos mis pensamientos han cambiado, todas mis sensaciones
corporales han cambiado y también ha cambiado el entorno que me rodea, pero ese
Yo sigue igual de omnipresente, resplandeciente, abierto, vacío, claro,
espacioso, transparente y libre. Los objetos han cambiado, pero ese Yo sin
forma sigue siendo el mismo y es tan evidente y presente en este instante como
lo era hace cinco horas.
¿Qué es lo que estaba también presente hace cinco años?
Yo soy. Son muchos los objetos que, durante este tiempo, han
aparecido y han acabado desapareciendo, son muchos los sentimientos que,
durante este tiempo, han aparecido y han acabado desapareciendo y también son
muchos los dramas, los espantos, los amores y los odios que han aparecido, han
permanecido durante un tiempo y han acabado desapareciendo. Pero, en este
tiempo, ha habido una cosa que no ha aparecido y tampoco ha acabado
desapareciendo. ¿De qué se trata? ¿Qué es lo único que está tan presente ahora
mismo en tu conciencia como lo estaba hace cinco años? La sensación atemporal y
omnipresente de ese Yo se haya ahora tan presente como hace cinco años.
¿Qué es lo que estaba presente hace cinco siglos?
Yo soy lo único omnipresente. Todo el mundo siente el mismo
Yo soy, porque ese Yo no es un cuerpo, un pensamiento, un objeto ni un entorno.
Ese Yo no es nada que pueda ser visto, sino el Vidente omnipresente, el Testigo
abierto y vacío de todo lo que emerge. Lo único que existe en toda persona, en
todo mundo, en todo lugar, en todo tiempo y en todos los mundos hasta el final
del tiempo es este Yo evidente e inmediato. ¿Qué otro podría conocer? ¿Qué otro
podría nunca conocer? Lo único que existe y que siempre ha existido es este Yo
resplandeciente, autoconocedor, autoconsciente y autotranscendente que se halla
ahora tan presente como lo estaba hace cinco minutos, cinco horas o cinco
siglos.
¿Qué es lo que estaba presente hace cinco milenios?
Antes que Abraham fuese, Yo soy (Jn 8.58). Antes de que el
universo fuese, Yo soy. Éste es mi rostro original, el rostro que tenía antes
de que mis padres naciesen, el rostro que tenía antes de que naciese el
universo, el rostro que he tenido durante toda la eternidad hasta que emprendí
este juego del escondite y decidí perderme entre los objetos de mi propia
creación.
Nunca más pretenderé desconocer y no sentir que Yo soy.
Y, con esto, acaba el juego. Millones de pensamientos han
aparecido y han acabado desapareciendo, millones de sentimientos han aparecido
y han acabado desapareciendo, pero una cosa no ha aparecido y tampoco ha
acabado desapareciendo, lo que nunca ha nacido y lo que nunca morirá, lo que
jamás se ha adentrado ni ha salido de la corriente del tiempo, una Presencia
pura que flota en la eternidad, por encima del tiempo. Yo soy ese gran Yo
evidente, autoconocedor, autovaliente y autoliberado.
Antes de que Abraham fuese, Yo soy.
Yo soy no es más que el Espíritu en primera persona, el Yo
último, sublime y resplandeciente, el creador de todo el Kosmos, presente en
mí, en ti, en él, en ella y en ellos como Yo que siente todas y cada una
de las criaturas.
Porque el número de Yoes de todo el universo conocido no es
más que uno.
Descansa siempre como el Yo, como el Yo que sientes ahora
mismo, como el Yo no nacido que resplandece en y como tú. Asume también tu
identidad personal, como este o como cualquier otro objeto, como este o ese yo
o como esta o esa cosa. Descansa siempre en el Fundamento de Todo, en este Yo
grande y evidente y vive sumido en el universo que yo he creado.
Éste es un
nuevo día, éste es un nuevo amanecer y éste es un nuevo hombre. El nuevo hombre integral como
también lo es el nuevo mundo.”
Hasta aquí
el texto de Ken Wilber.
Cuando
esta conciencia del Yo soy se hace viva en ti, te sientes injertado del todo en
el Cristo, eres consciente de ser el mismo que es Él, el Único Ser, el Todo,
manifestado aquí y hoy en múltiples formas y maneras, manifestado temporalmente
en tu personalidad o ego existencial, que no es sino la manifestación de tu Yo,
del único Yo: El Cristo.
Vivir esta
Conscienica kósmica es estar despierto. Quien vive en esta consciencia presta
atención consciente a cuanto le rodea, esto es:
No se identifica con nada de lo que
percibe, observa, piensa, siente... Ser uno no es identificarse con algo, ni
rechazar nada. La identificación o el rechazo suponen siempre una exclusión, y
por lo mismo una consciencia constreñida, no total.
No hay, por lo tanto, preferencias,
ni valoraciones. Estas preferencias y valoraciones se dan en nuestra mente,
pero la atención consciente va más allá de nuestra mente. Es originaria, es
sencillamente Testigo.
Por ende,
es imparcial. Es una mirada no selectiva, ni excluyente. Es mirada de pura
atención al presente, de aceptación total del mismo, sin referencias al tiempo
(pasado y futuro). Es inmersión en lo eterno (sin pasado, ni futuro).
Y pese a
las apariencias es activa, pues supone dejar de confundirnos con nuestras
vivencias.
Entiendo
que Juan de Yepes los expresa de forma muy hermosa:
Olvido de lo cri (e)ado,
memoria del Creador.
Atención al interior
y estarse
amando al Amado
Viviendo
en esta Consciencia, vivimos despiertos, como Jesús, como Buda, como todos los
místicos de la historia de los hombres.
José A. Carmona
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jueves, 10 de abril de 2014
¡CRISTIANISMO CATALANISTA!
Cada día por las mañanas me doy un paseo junto al mar.
Badalona tiene un paseo marítimo precioso que está a escasos minutos de mi
casa. Mientras paso esta hora larga de caminata, suelo ir escuchando música y
reflexionando sobre algún tema. Curiosamente mi mujer y yo coincidimos en
llevar puesta la misma emisora en nuestros móviles: Radio Estel. Es una emisora
que emite muy buena música actual. Por eso la ponemos, aunque yo alguna que
otra vez me pongo flamenco. Es una emisora del arzobispado de Barcelona y su
director es Jaume Aymar, un cura con el que tengo una relación aceptable (él
pretende que lo hagan obispo, pero se le está pasando el arroz).
Durante la mañana tienen tres horas de muy buena música (de
10-13). Cada tres canciones hacen una parada para introducir una cuña de
publicidad católica, a veces unas palabras de Francisco, pero la mayoría …
En una de estas cuñas reprodujeron las palabras de Martínez
Sistach, antiguo colega como profesor de
la facultad y hoy cardenal de Barcelona, con las que agradecía a la fundación
Maragall su contribución a crear en la diócesis un cristianismo catalanista...
entre otras cosas. Al oir esta perla me quedé sin palabras.
En una buena parte de la sociedad “catalana” se está
viviendo una efervescencia “catalanista” que deja pasmados a muchos, entre
ellos a mí. Esto era impensable hace apenas dos años. El inductor-conductor de
esta ebullición, el que pone el fuego al agua para que hierva, es el Mesías
Mas, que en su anterior legislatura (hace dos años) era socio del PP, y en esta
se ha autoproclamado independentista y se ha asociado con Esquerra Republicana
(independentistas hasta la médula). Y el “estimado” Martínez Sistach añade más
agua hirviendo con su cristianismo catalanista.
Y a mí se me ocurren algunas cosas.
1- El
mismo diccionario de Pompeu Fabra (gran diccionario de un lingüista insigne que
dedicó todos sus esfuerzos al estudio y promoción de la lengua catalana) dice
que -català: natural de Catalunya-, catalán es el natural de Cataluña y que -catalanista
adepte del catalanisme- catalanista es el iniciado en el catalanismo, que a su
vez es devoción por las características
e intereses nacionales catalanes -devoció a les característiques i
interessos nacionals catalans-.
Por lo tanto, hasta en el mismo pensamiento de los más
profundos estudiosos catalanes (y no catalanes) en la mismas palabras
catalanismo - catalanista hay un exclusivismo por lo catalán, hay una exclusión
(implícita, al menos) de todo lo no catalán. La denominación “cristianismo catalanista”
nos llevaría necesariamente a excluir del cristianismo lo no catalán, todo lo
no catalán.
2- Si hay
un cristianismo catalanista, lo ha de haber también gallegista, andalucista...
españolista, italianista... ¿Qué clase de cristianismo es éste? ¿Acaso Cristo
está dividido? (1Cor 1. 10...) Esto sin poner en cuestión la misma expresión
cristian-ismo. Todos los ismos son excluyentes, y si en algo hemos de ver la
cristianía es en el abrazo incluyente que ama sin condiciones.
3- La Fe sin duda ha de ser expresada por la
cultura, pero esta a su vez ha de ser transcendida por la misma Fe, de modo que
se supere todo lo que de limitación y dualidad hay en cada cultura con la
finalidad de unir al múltiple mundo manifiesto en el abrazo de Misterio. Fe,
pues, expresada por las formas culturales sí, pero ¿limitada a la cultura? ¿Y
por lo mismo excluyendo a los “otros” de otras culturas? Dejaría de ser Fe. No
sé si quedaría como mucho en creencia.
4- No
entiendo que la espiritualidad pueda tener apellidos. Sí señales que nos muestren el camino hacia ella, o el camino
que es ella. Pero no podemos confundir la señal (una cultura) con la
espiritualidad misma. Es más la señal ha de ser abandonada (transcendida) para
seguir el camino, si nos quedamos junto a la señal nunca haremos el camino. Sí
símbolos (no sólo los éticos, también los estéticos, dinámicos... y otros,
incluidos los sexuales a los que el cristianismo, en buena medida fruto de
solterones monásticos medievales, tiene horror) que sirvan a nuestra humanidad
como instrumentos de unión y unidad (no unicidad) y por lo mismo no
excluyentes. ¿Ha de tener apellidos, pues, el cristianismo? ¿No es la realidad
humana UNA en su multiplicidad de manifestaciones?
¿No es destrozar el cristianismo (universal de por sí)
poniéndole un epíteto que lo hace excluyente, aunque no haya voluntad de tal
exclusión?
Entiendo que la cultura catalana (que es distinta de otras,
pero poco) pueda ser un vehículo para comunicar (por ejemplo, lo cristiano).
Pero lo comunicado no queda restringido por el instrumento. Por lo mismo podría
entender ¿un cristianismo? -cristianía- catalán (expresado en la lengua, usos y
costumbres catalanas), pero nunca
catalanista, o sea, excluyente de lo no-catalán.
Puede que yo esté en un error, pero por ahora no entiendo
una espiritualidad compartimentada por los “-ismos”. Sí trasmitida por las
culturas. Recuerdo a Pablo “Ya no hay más judío ni griego, esclavo ni libre,
varón y hembra pues todos sois UNO en Cristo” (Gal 3,28)
Publicado por juanvinuesa a las 15:03 2 comentarios: Enlaces
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domingo, 23 de marzo de 2014
¿DORMIDOS O DESPIERTOS? (2ª parte)
En la primera parte
de este tema ya se advirtió que la filosofía que se ha venido haciendo en
occidente es una filosofía “ingenua”, puesto que ha pretendido siempre conocer
la esencia de la Realidad por medio de la razón. De ahí que haya tal multitud
de corrientes y pensamientos filosóficos tan dispares, la razón divide pues
cada individuo (incluidos los que filosofan) tiene su propio mundo, o sea,
tiene sus propios sueños. La razón no es el instrumento para percibir la
Esencia. Se está saboreando un buen plato con los dedos de los pies, no es el
instrumento adecuado. La razón lógica no lo es. Lo cual no conlleva que el
enorme y variado monumento que ha construido la filosofía clásica sea algo ni
trivial, ni fútil.
Cuando la sabiduría (se recuerda: conocimiento que
transforma, sabor que alimenta) afirma que soñamos, está diciendo que cada uno
vive en su propio mundo subjetivo, particular, indiviso. Afirma que normalmente
confundimos nuestras ideas y palabras con la realidad que está allende ellas, confundimos el mapa con el territorio
como se dice con mucha frecuencia (y con verdadero atino). Pero se ha de
recordar que el lenguaje y el conocimiento que nos proporciona el pensamiento
conceptual es muy válido, totalmente válido, para funcionar en el mundo que los
orientales llaman de las apariencias, el mundo de lo relativamente real.
Gracias a este pensamiento y al lenguaje podemos manejar el mundo en que nos
desenvolvemos. Pero lo grave es que cada uno sueña su propio sueño, ni siquiera
hay un sueño común. Se trata de una Babel de confusión (los límites, que
adoramos y que asumimos como identidad, cuando no llegan ni a identificación).
Estas creencias en las que nos desenvolvemos desde niños van
creando nuestro pequeño universo, nuestro pequeño yo (al que otros llaman yo
superficial), que consiste en identificarse con lo que creemos sobre nosotros
mismos y sobre el mundo que nos rodea. Y esto depende totalmente del pasado, de
las experiencias habidas e integradas y no proyectadas. Así el yo, el pequeño
yo, es esclavo de sus limitadísimas experiencias, y cuando cree ver la realidad
ve lo que él cree que es la realidad,
pues lo ve a través del vidrio de sus experiencias pasadas. La razón
lógica no puede ir más lejos, es sencillamente tiempo. El pequeño yo no es
tanto una realidad cuanto una auto-imagen mental elaboraba a partir de todo el
pasado y que se proyecta hacia un futuro en la misma línea del pasado.
De forma breve se podría decir que el mundo es para cada
hombre lo que éste piensa que es. Es más, cada hombre descubrirá siempre las
razones que confirman su propia visión, y de ahí que cada uno piense que el
mundo real es lo que él piensa que es. No olvidemos que el que tiene un
martillo en la cabeza por todas partes ve clavos.
Por descontado que el mundo no humano, el mundo “en bruto”
por decirlo gráficamente, es un mundo en el que coincidimos, de lo contrario
sería imposible el pensamiento y el lenguaje. Si vemos una casa todo el mundo
(salvo enajenación mental) coincidirá en que es una casa, o un ordenador, o una
silla, o un cuadro... pero no así el mundo “humano”. Éste supone ya una
interpretación, unos sentimientos, unas ideas, creencias, odios, valores... y
en este mundo cada uno tiene el suyo propio (sueña).
LA VISIÓN TRANSCONCEPTUAL
(La contemplación)
Grandes pensadores han hablado de esta realidad que llamamos
visión transconceptual, incluso en occidente. Podríamos tomar como ejemplos la
intuición de Bergson o la visión pura de Husserl, el tercer ojo (en parte) de
la escolástica, o el embelesamiento contemplativo del que nos habla el Sermón
de Monte: “mirad las aves del cielo... contemplad los lirios del campo...”
(6,26-28). Todas estas citas nos hablan de esa visión-imagen y de la
aprehensión no conceptual sino perceptual (experiencial) inmediata. Lo hacemos
frecuentemente cuando nos quedamos embelesados ante la belleza sea sensible,
conceptual, moral...(Un cuerpo, un paisaje, la visión del cosmos, una operación
algebraica, trigonométrica..., una hermosa metáfora, un bello poema, el Requiem
de Mozart, el heroísmo de algunos, momentos de meditación...)
¿Es posible tener una experiencia nueva del mundo que no sea
condicionada? La sabiduría (conocimiento que llega al ser) nos lo afirma. El
hombre, generalmente, está encerrado dentro de su propio yo superficial, ese
que identificamos con un nombre propio, con una profesión, con un estado
(esposa, familia, hijos...) con unas características, pero el hombre puede
liberarse de esta prisión, de la prisión de la subjetividad del pequeño yo, y
ver más allá, transcender este conocimiento condicionado y acceder a la experiencia
inmediata de lo que es. A esta experiencia la suele llamar la sabiduría la
“visión”.
La “visión” no
pertenece al mundo del pensar, al estrecho mundo del pequeño yo, sino que pertenece a la apertura
del Ser. Pensar es interpretar, lo experimentamos en cada momento. Ver es ir
más allá de los pensamientos, como se ha
apuntado anteriormente, dejándolos en suspenso. Es salir de la pequeña jaula
del yo superficial.
Esta visión interior no es algo ignoto o misterioso, sino
que es algo que tenemos cada momento. Si nos damos cuenta de que nuestro
pensamiento está condicionado, si tomamos conciencia de ello es porque tenemos
algo más en nuestro interior, porque tenemos en lo más profundo una dimensión
que nos hace ver lo limitado de nuestro propio pensar. Si vemos que estamos
condicionados al pensar es porque hay en nosotros algo que es des-condicionado
(M. Cavallé). Si simple y solamente estuviéramos dentro de la burbuja del
pensar, seríamos incapaces de ver nuestros condicionamientos en el pensamiento.
Aquello que (de alguna manera, la que sea) no conocemos en absoluto en modo
alguno puede ser cuestionado.
La visión es experiencia directa e inmediata, es
discernimiento instantáneo de lo que es. Percepción inmediata de la evidencia,
en la que todo razonar sobra. Si salimos al mediodía a la calle, no necesitamos
pensar que es de día, lo palpamos, no necesitamos el más mínimo proceso
discursivo. Pensar es interpretar y proyectar en el futuro lo que recordamos
del pasado. Ver es no pensar, sino ir más allá del pensamiento para palpar la
realidad. Y la interpretación de los hechos nos impide ver, dice Krishnamurti.
Dicha experiencia directa es inaprensible para la razón, por ello hemos de
mantener en suspenso su acción (la de la razón) para que la visión sea posible.
Siguiendo su reflexión dice Krishnamurti: “Sólo cuando la mente está libre de
la idea puede haber una experiencia directa. Las ideas no son la verdad; la
verdad es algo que debe ser experimentado directamente, de instante en
instante...”.
La filosofía perenne, la “sabiduría”, aquella que podemos
llamar filosofía esencial para distinguirla de la ingenua dice que el tan
elogiado sentido común es muy poco de fiar (ya hice referencia a esto hace poco
en un escrito). El hombre normalmente está dormido a la Realidad y en ese
estado brota el sentido común, que nos habla siempre de mundos cerrados y
particulares. Por mucho que sirva para defendernos en este mundo de lo
relativamente real, no nos sirve para el absolutamente real. Los evangelios
atacan muchas veces este sentido común... si alguno quiere salvar su vida, la
perderá... (Lc 9,24...). La Fe no pertenece al estado de dormido, sino al de
muy despierto. Mientras dormimos nos agarramos a las creencias.
Para habitar el mundo de lo Real es preciso despertar. Para
ello hemos de darnos cuenta de que estamos dormidos casi siempre y que
necesitamos aprender a ver, necesitamos despertar.
Y luego estar decididos a ver, querer ver, aunque nos dé
miedo. Pues el ver nos llevará a cuestionarnos nuestro propio yo (el pequeño),
nuestro estado de creencias y seguridades. Jesús nos dice que tomemos la propia
cruz si queremos seguirle. Y la cruz supone un cuestionamiento radical, desde
la base. Conlleva el cuestionarse uno a sí mismo, y ese cuestionamiento no lo
quiere el yo (ego) superficial que tiene un fuerte instinto de supervivencia.
Nos cuesta cambiar incluso en cosas superficiales, cuánto más en las profundas.
Sentimos que peligra nuestra identidad. Identidad que asimilamos a nuestro
mundo pequeño, concreto, mundo de sueños y fantasías...
Es, pues, indispensable un compromiso muy fuerte con la
Verdad, no con la conceptual que no es más que el mapa que fabricamos, sino con
la Verdad misma, un compromiso de inmersión en la Realidad que somos y en la
que somos.
En la tercera parte intentaremos indicar el camino del
despertar.
José A. Carmona
Publicado por juanvinuesa a las 10:29 1 comentario: Enlaces
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lunes, 3 de marzo de 2014
Reflexiones sobre el Silencio
La palabra es muy importante, importantísima. Son las
palabras, al constituir un idioma, las que modelan nuestra visión del Mundo,
del Ser y de la Nada, de lo Divino, Humano y Cósmico. Pero si la palabra no
nace del Silencio primordial, no es Palabra Humana.
Estamos inmersos en una cultura de la palabra, la
sobreabundancia de palabras es una de las características de Occidente. Por
supuesto que muchas son auténticas, pero hay un uso de ellas que son pura
cháchara, o peor aún, se las utiliza
para mentir (y a enorme escala). Por eso, es totalmente necesario que antes de
hablar, para que la palabra sea palabra, incluso para que nos realicemos como
humanos, que nos adentremos en la Realidad, en el Silencio, que es el Silencio
del Ser.
Nuestra más profunda esencia es Silencio, que en modo alguno
quiere decir incomunicación, sino comunicación de ser a ser, solidaridad
“óntica”. Somos no-dos. El ejemplo lo tenemos muy claro en el Misterio
cristiano de la Trinidad: El Padre, Silencio Primordial (“Felipe, quien me ve a
mí, ve al Padre” Jn 14,0 “A Dios nadie le ha visto jamás; es el Hijo único, que
es Dios y está al lado del Padre, quien lo ha explicado” Jn 1,18), que es pura
y eterna relación, engendra eternamente la Palabra (el Verbo), que es quien se
comunica, sobre todo en Cristo, y entre ambos existe (por decirlo de una manera
aproximada) una relación igualmente eterna de Amor y Comunión, a la que
llamamos Espíritu Santo, que también es Silencio que constantemente inspira la
Vida de todos los seres sensibles. No son tres, pero tampoco uno. Son
(Relación) no-dual. Para poder entendernos…
En la Creación, visión cosmológica del judaísmo, asumida por
el cristianismo, todo empieza también por un Silencio, Silencio que acaba por
resolverlo todo. El silencio meditativo acaba por disolver todas nuestras
resistencias, todo nuestro ego para que acabemos de verdad siendo el agua de la
gota, y no la gota de agua. Este Silencio significa parar nuestra mente
razonadora, por cuya causa se generan y se mantienen muchos malentendidos. Es
una aceptación de romper el círculo de los discursos y dejar que en el Mundo se
encarne lo Humano, que en el Mundo se encarne el Amor.
Saborear el Silencio no significa caer en el mutismo, ni en
el aislamiento. Sólo supone, en muchas ocasiones, una disposición de no
participar en la dispersión colectiva de nuestra sociedad. Y siempre, una
decisión de ir a lo que es esencial, a lo que es el centro.
Este Silencio es una condición indispensable para que
nuestro discurso sobre Dios no degenere en mera logomaquia, es la atmósfera en
la que la experiencia de Dios puede respirar plenamente, porque las dialécticas
sobre Dios no hacen sino ahogar la experiencia primordial sobre Él. Si tenemos
en cuenta las principales tradiciones religiosas de la humanidad, podemos decir
que la experiencia de Dios, de la Realidad, del Todo, de la Nada, del Tao…sólo
se consigue cuando el hombre llega a un triple silencio, que en modo alguno
conlleva ningún tipo de represión. Este triple silencio es:
El de la mente, que implica que nuestras ideas y conceptos
no dominen sobre nuestra vida. La mente no es la última guía del hombre, aunque
esto no implica que la vida humana tenga que ser irracional, sino simplemente
que ha de transcender la misma razón, que no es sino una etapa más en la
evolución de la conciencia a lo largo del tiempo.
El de la voluntad, que conseguimos cuando la voluntad se
mueve armoniosamente integrándose en el Todo. La voluntad libre, silenciosa,
vive del dinamismo intrínseco del Ser, que no depende de ningún factor externo.
No se trata, pues, ni de no querer, ni de querer no querer.
El de la acción, que cuando es fecunda, no se mide por el
esfuerzo, sino por cómo encarrila los aconteceres de la vida a favor de la
armonía del Cosmos.
El hombre cuando experimenta la infinitud guarda silencio en
su inteligencia y desde el centro de su ser.
El silencio es el aire que hemos de respirar para palpar la
inmanencia de la transcendencia, la Realidad de la que somos expresión.
José Antonio Carmona
carmonabrea@yahoo.es
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domingo, 23 de febrero de 2014
¿DORMIDOS O DESPIERTOS? (1ª parte)
Heráclito de Éfeso, llamado el obscuro, es un filósofo
aforístico del que podemos aprender mucha “sabiduría” (conocimiento que
transforma). Diógenes Laercio recogió muchos fragmentos de sus dichos de los
que buena parte, gracias a grandes estudiosos (entre ellos, Heidegger y Ortega
y Gasset), han llegado hasta nosotros. Uno de ellos es éste (89):
“Los despiertos tienen un mundo único en común; cada uno de
los que duermen, en cambio, se vuelve hacia su mundo particular.”
Cada vez que veo que los hombres nos planteamos opiniones
diversas, a veces incluso contrarias, me pregunto: ¿Será que estamos dormidos?
Y no digamos si no son solo opiniones...Por descontado que realizados el lugar
y el momento no todas son igualmente válidas, y algunas ni siquiera son
válidas, pongamos por caso las opiniones y las situaciones de violencia, las de
autodestrucción del hombre, de la naturaleza... las anacrónicas que suponen una
rémora para el desarrollo... las que se oponen
a la libertad...
¿Tiene esta pregunta algún valor social? Creo que tanto como
pueda tener el mandamiento evangélico de amar al enemigo, o la afirmación de la
carta a Gálatas (2,20): “vivo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí”. No habrá
cambio social eficaz y real si no se transforma al hombre. Este principio
oriental creo que ha de ser completado con la visión social de occidente, pues
la influencia en el cambio entre el individuo y la sociedad es mutua. El
individuo se hace persona cuando deja de ser un número para convertirse en
relación. Lo social no es más que la realización de lo personal que transciende
al individuo.
Hasta la llegada del postmodernismo el pensamiento
filosófico en casi su totalidad ha dado por hecho que hay un mundo único y
objetivo que todos los hombres compartimos. La filosofía pretende llegar a
conocer las últimas causas de ese mundo -hacer un mapa del mismo lo más exacto
posible-. Se ha interpretado que las
distintas teorías filosóficas son perspectivas diferentes, más o menos
acertadas, de ese mundo único. A esta filosofía el postmodernismo la llama
“filosofía ingenua” y la critica en profundidad (yendo hasta la raíces de la
misma).
Me propongo hacer una reflexión global y crítica de esta
actitud “ingenua” de la mayor parte de la filosofía. Buena parte de dicha
actitud es lo que llamamos “sentido común”. Puede resultar novedoso e
impertinente la crítica de la filosofía común (incluido el tan ponderado
sentido común), por ello quiero advertir de entrada que no niego la validez del
pensamiento conceptual, del lenguaje para desenvolvernos en el mundo práctico
de las “apariencias”, en el que los filósofos sabios (poseedores de sabiduría,
no los eruditos) llaman “mundo manifiesto”, en el mundo en el que creemos (y
percibimos por los sentidos y la mente) vivir y que se desarrolla en el tiempo,
en este mundo que llamamos real, y lo es, mas sólo relativamente, no
absolutamente. En el que nos sirve el pensamiento conceptual, el sentido común,
las palabras... el dinero... De hecho es lo que estoy haciendo con este
escrito, pero la inteligencia puede trabajar también con los elementos que la
intuición percibe del “mundo inmanifiesto”, puede hablar de lo Absoluto con un
lenguaje indicativo, no enunciativo. Estoy hablando de la Realidad última – el
Espíritu, Dios, el Tao, el Cristo...- de la que hablan los sabios y santos de
la historia, Realidad que es algo más allá de nosotros a la vez que lo somos.
Vayamos por partes.
La filosofía que ha seguido a la modernidad sostiene que no
hay un mundo único, objetivo, independiente de nosotros, pues el hombre
(varón/mujer) es inseparable del mundo que ingenuamente ve como objetivo, como
algo que está frente a él que es el sujeto (de nuevo la dualidad). El hombre y
el mundo no son dos realidades, sino una sola con dos aspectos o polos. “Los
humanos tenemos conciencia de un mundo porque es la clase de mundo que engendra
organismos conocedores” (Watts). Porque somos mundo, somos capaces de
conocerlo. El individuo que conoce es siempre hombre-en-el-mundo.
Si analizamos, siquiera somerísimamente, nuestro organismo,
vemos que no puede subsistir sin el mundo que lo rodea, sin el kosmos:
respirar, la luz y el calor del sol, los minerales que nos aporta la tierra,
los vegetales y animales que nos alimentan. Hay una intercomunicación, más, hay
una sola realidad, un solo kosmos que va ampliando su abrazo y del que somos
parte.
Algo similar sucede con nuestros sentidos corporales que
solamente perciben determinadas frecuencias o longitudes de onda (vista,
oído...). Abarcamos con ellos una parte muy reducida del mundo (la vista de un
halcón, el oído y el olfato de un perro...). Además están los límites de
nuestro cerebro, connaturales a su estructura específica, que a su vez limitan
las posibilidades reales de nuestros sentidos y de nuestra percepción mental.
También nuestros conceptos son resultado del Kosmos, no son
algo en lo que el kosmos se refleja. El conocimiento que tenemos es inseparable
del mundo físico, del social, del cultural. Tenemos este conocimiento gracias a
que hemos incorporado códigos sociales y culturales. Aparte, dicho conocimiento
depende de la base (bio)química de nuestro cerebro. No todo es pensable. Además
el lenguaje conforma nuestro pensamiento, como también lo conforma la educación
recibida, a la vez que nos facilitan el desarrollo de nuestra cognición (y
formación). Si no hubiera un mundo que lo posibilitara, nuestro pensamiento no
existiría. Mas no solo esto, sino que nuestro pensamiento es un aspecto de ese
mundo, aunque esto no es todo.
Y al revés, es la mirada del hombre, con su pensar y su
lenguaje, la que hace un mundo humano, la que hace un mundo inteligible.
Gracias a nuestras palabras y a los conceptos que están tras ellas percibimos
un mundo con significado y sentido. Estas palabras y conceptos estructuran la
información que percibimos por medio de los sentidos, la dividen, la organizan.
Y esto, y solamente esto, es lo que percibimos: Un mundo humano. Por tanto lo
que conocemos es ya un mundo
transformado y recreado, cuando no creado, por los hombres a lo largo de los
miles de años de historia. El mundo previo es inalcanzable para la mente del
hombre.
No exclusivamente son los mundos físico, social y cultural
los que condicionan el mapa que nos forjamos en la mente. Es también nuestro
mundo personal el que influye en la visión. El mundo nos configura y a la vez
nosotros configuramos el mundo.
Incluso los que compartimos el mismo lenguaje, una historia
común, un cultura... percibimos las cosas de modo muy distinto (a veces),
diferente siempre. Quien percibe es un personaje, un individuo con su historia
personal cargada de experiencias, emociones, sentimientos, aversiones... y con
su memoria que no sólo es algo colectivo (la cultura), sino también individual
que condiciona constantemente nuestras percepciones, conceptos, principios...
juicios, valores... Lo que para uno puede ser una maravilla (El Quijote, el
canto gregoriano...) para otro será algo insoportable. Por ello, hemos de tener
en cuenta que todo conocimiento es un re-conocimiento condicionado por nuestro
pasado. Toda percepción es una interpretación, nos dicen los sabios.
Analizando todo esto podemos concluir (lo que dice
Heráclito): que más que un único mundo, lo que hay es tantos mundos como
personas y todo porque el pensamiento no puede reflejar el mundo de forma
objetiva e imparcial porque es en sí mismo la resultante de todo un mundo
particular que lo sostiene, posibilita y condiciona (M. Cavallé).
Ya he dicho y lo repito ahora. El pensamiento conceptual y
las percepciones de los sentidos nos son muy útiles. Nos sirven para describir
el mundo, para catalogarlo, para manejarnos en él, para comunicarnos... No se
trata de que el pensamiento y los sentidos nos engañen, como alguna filosofía
ha osado decir, sino que se trata de que ni el uno, ni las otras nos sirven
para conocer la esencia íntima de la Realidad (Dios, Tao, Brahman, Cristo...
Totalidad). Cuando pensamos que nuestro pensamiento conceptual, nuestras
palabras... nos dicen lo que es la esencia de las cosas, nos dicen lo que es
absolutamente real, estamos soñando, dice la Sabiduría Perenne. Y en nuestro
sueño soñamos que atravesamos la superficie de la Realidad, cuando lo que
hacemos es patinar sobre ella y cada uno a su manera. Confundimos el mapa que
nos hemos creado con la realidad que el mismo quiere representar.
Se puede decir sin miedo a errar que en el estado de
consciencia actual de la humanidad, la visión, la contemplación o mente
superior (como llaman algunos/as) está dormida en la inmensa mayoría de la
humanidad (Marquier). Estamos dormidos para lo esencial y pensamos que estamos
despiertos, cuando llamamos profundo a la brillante superficie de la realidad.
Cada mañana, cuando abrimos los sentidos y la mente que está
tras ellos, caemos en la ensoñación que nos hace creer que vemos, cuando en
verdad estamos profundamente dormidos, ensoñación que nos priva de la
felicidad.
José A. Carmona
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lunes, 17 de febrero de 2014
ACLARACIÓN
Luis José Suárez hace el siguiente comentario a un escrito
mio sobre el aborto.
Querido Pepe, José Antonio, Carmona. Creo que casi nunca he
hecho comentarios a tus escritos.Y aunque no suelo compartirlos, respeto tu
libertad para expresar en el blog, tus "personalísimas opiniones"...
Pero hoy -sincera, amistosa, cariñosamente- creo que
"patinas":
1.-Cuando condenas, censuras inquisitorialmente, lo que tu
calificas , otras opiniones, de "dogmatismos y fundamentalismos". Y,
sin embargo, crees, admites "a pie juntillas", el "dogma"
de la evolución de la conciencia y de cualquier tipo de evolucionismo y
"progreso"...
2.Cuando confundes -creo que con ignorancia excusable-
Ciencia con cientismo, hipótesis científicas con "dogmas"
cientifistas...
Finalmente y termino. He leído recientemente: Un amigo le
preguntó a Heinrich Heine -uno de los grandes poetas alemanes de la historia-
por qué los hombres no construían catedrales góticas como las de entonces.
Heine se le quedó mirando, y tras meditar unos segundos, contestó:"Porque
aquellos hombres tenían convicciones y nosotros, los modernos, no tenemos más
que opiniones. Y para levantar una catedral gótica se necesita algo más que una
opinión". Luis Pepe.
Este comentario se ha hecho a mi escrito titulado:
“DEFENSORES DE LA VIDA”. Usando mi derecho a la réplica y a la defensa propia,
pretendo hacerlo si acritud, contesto lo siguiente:
Luis José no sé exactamente qué quieres significar con la
expresión “personalísimas opiniones”. Personalísimas ¿porque son casi
exclusivas de mi persona de modo que casi nadie las comparta? (con lo que,
creo, estás destacando la individualidad -el número- por encima de la persona
-la relación social-), o personalísimas ¿porque pertenecen a mi persona, porque
me son propias?. Si se trata de lo primero ya te ha contestado Miguel Guerrero,
amigo y compañero, si de lo segundo, las ideas como los sentimientos y las
palabras son siempre propias y a la vez comunes, las vivimos y asumimos del
contexto cultural que respiramos. Es posible que yo respire un ambiente
cultural tan distinto al que respiras tú que estas ideas sobre el aborto suenen
raras...en el que yo vivo son comunes (y a mi juicio muy sensatas. Por eso las
asumo).
Continuas diciendo que patino (que me equivoco y caigo al
suelo) cuando...
En concreto:
“Cuando condenas, censuras inquisitorialmente, lo que tu calificas ,
otras opiniones, de "dogmatismos y fundamentalismos". Y, sin embargo,
crees, admites "a pie juntillas", el "dogma" de la
evolución de la conciencia y de cualquier tipo de evolucionismo y
"progreso"...
Creo que en mi texto se ve muy claro que no hay tal condena,
ni censura inquisitorial (ni excomulgo, ni condeno a la hoguera, ni exijo
acatamiento a lo que digo), sino mera exposición de una afirmación apoyándola
con argumentos racionales y razonables. Quien quiera ver otra cosa, pues o se
ha de limpiar la mirada con la que mira o que la vea.
No admito “a pie juntillas” el “dogma” de la evolución... Ni
lo expongo como dogma, ni lo asumo como tal. Es más, no admito ya en mi
conciencia ningún dogma, creo (lo que no quiere decir que sea agnóstico o ateo.
Tengo FE). Es muy fácil decir no, y es cierto que lo que yo no veo en mí otros
puede que lo vean, pero también es posible que ese otro se esté viendo
reflejado y vea lo que no hay. La evolución de la consciencia no es un dogma,
sino un hecho comprobado a lo largo de la historia de los hombres tanto en su
aspecto ontogénico como en el filogénico. Hoy hay un proyecto llamado El
Proyecto de la Conciencia Humana que es un intento de cartografiar el espectro
completo de la misma incluyendo el inconsciente. En él participan cientos de
investigadores de todo el mundo que tratan de abarcar diversos enfoques
multidisciplinares, multiculturales y multimodales y donarnos una visión
completa de dicho espectro. Algo similar a lo que se está haciendo con el
Genoma Humano, pero en el terreno de la evolución de la consciencia. (Entre
otros participan en ello instituciones como Integral Institute, Spiral Dinamic,
miembros destacados de la Psicología Evolutiva...)
Por favor, mirémonos a nosotros mismos. ¿Es dogmatismo
afirmar que el nivel de conciencia que tenemos a los dos meses no es el mismo
que el que tenemos a los cuatro años, ni éste el que tenemos a los veinte, o a
los setenta? O miremos la historia ¿Es el mismo el nivel de conciencia del
hombre del Paleolítico Superior, que el del hombre del Imperio Egipcio, el de
las Cruzadas, o el de la actualidad? Luego, la interpretación de este hecho
será variable, pero no dogma.
Y de esto veo muy fácilmente deducible que no confundo
ciencia con cientifismo. El evolucionismo, sea el que sea, no lo propugno como
dogma, sino como hipótesis de trabajo, que pese a sus lagunas hoy es plenamente
válido, hipótesis que si no es confirmada en todas sus facetas (y aunque lo
sea) será superada por otra que la sustituirá. De igual manera que siglos atrás
sirvió la fe-creencia como tal hipótesis de trabajo. En el pasado había una
sumisión en los hombres, hoy hay autonomía. Tú sabes, como mínimo también como
yo, todo lo que ha luchado la institución dogmática católica desde la
“Pascendi” para impedir a esta autonomía.
La cita que haces de H. Heine me sugiere lo siguiente: “Es
cierto (o no ¿Brasilia...?) hoy no se hacen catedrales (ni románicas, ni
góticas...) pero multitud de edificios y espacios sociales (estaciones,
aeropuertos...) muchísimo más inmensos y obras arquitectónicas maravillosas,
porque el espíritu del hombre permaneciendo fiel a sus raíces, no se queda en
ellas sino que avanza”.
Cuando termino esta contestación, porque en algún momento
hay que terminar, sé que has escrito más cosas en otro comentario. Vale, no
creo que deba seguir contestando. Creo que sería puro ego. Me quedo meditando
en lo que ha escrito nuestro común amigo Alberto sobre los emigrantes muertos
en Ceuta.
José A. Carmona
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sábado, 15 de febrero de 2014
DEFENSORES DE LA VIDA
El asunto del aborto vuelve a estar en plena vigencia.
Dice un gran jurista español que una sociedad que está
abriendo y cerrando constantemente el tema del aborto en función del gobierno
de turno, es una sociedad anclada en el pasado (Martín Pallín). Que España está
anclada en el pasado es algo tremendamente obvio, somos del sí o del no, del
dogma o de la negación, del blanco o del negro. O sea, que estamos en unos
niveles de conciencia míticos aún, muy parecidos a los medievales de las
Cruzadas. Y lo que pasa con la evolución de las conciencias es similar a lo que
sucede con las plantas, para que crezcan y se desarrollen el hortelano ha de
ponerles abonos, cavar la tierra, regarlas... y esperar a ver si eso da
resultado, lo que nunca puede hacer es tirar de ellas para que crezcan más
aprisa. Las mataría. Con el “sí” y con el “no” en el fondo queremos detruir al
contrario, no ayudarle a evolucionar.
Los antiabortistas se autoproclaman defensores de la vida
(los pro vida), es que ¿acaso los abortistas no lo son también? Todos estamos a
favor de la vida, sólo cambia lo que se asume como vida. Los abortistas
defienden que el aborto es un derecho de la mujer, que es la dueña de su
cuerpo. Con estas actitudes radicales
entramos en una vorágine de violencia que en modo alguno puede facilitar que la
conciencia humana (no ya la moral meramente, sino toda, y más la absoluta)
avance y la humanidad suba de nivel. En ambas corrientes lo que abunda es
ideología llámese o no dogmatismo.
Entiendo que hay que plantearse las cosas en profundidad y
sin dogmatismos, que no suelen ser más que prejuicios creados por nosotros
mismos para defendernos de nuestros propios miedos. Los dogmatismos pertenecen
a una etapa de conciencia propia de la época mítica (muchos permanecen en ella) que en la modernidad
empezó a ser superada (La crítica de la razón pura) y que ha sido sustituída en
buena parte de la humanidad por la conciencia de la razón, que a su vez empieza
a tener síntomas de superación hacia la de nivel de visión lógica...
Para los paladines de la vida, que reclaman el monopolio de
la moralidad y de la ética, desde el momento en que se produce la fecundación
la mujer debe poner su útero al servicio de la gestación.
Mas sólo la ignorancia, la incongruencia, la prepotencia, el
dogmatismo, la soberbia o la provocación pueden explicar esta postura.
Puede que no lo queramos admitir pero una bellota no es un
roble, como decía un buen compañero cuando se debatía (otra vez) la vigente ley
del aborto. Quien se come un piñón no se come un pino. El feto que en los primeros días no es más que un cigoto o unos
miles o millones de células que se multiplican no es un ser humano, sí está
destinado a serlo si la naturaleza sigue su curso. La equiparación del embrión
y del feto a una persona viva demuestra que sus patrocinadores están alejados de
la ciencia y de la racionalidad. El embrión tiene potencialidad para ser
persona si llega a término su gestación, se desprende del claustro materno, y
lleva una vida independiente; entretanto está sometido incluso a los hábitos de
comportamiento y el estado de salud de la mujer que lo lleva en su vientre. ¿Lo
que hay en el feto es vida? Sí (también lo que hay en el corazón) pero no vida
humana, solo destinada a serlo. En términos escolásticos diría: vida humana en
potencia, no en acto. La del nacido es en acto. Por descontado que la ciencia
tendrá que ir desgranando la progresiva actualización de la humanidad de la
vida del feto. ¿Estamos aún pensando con el Obispo de Hipona los llamados
católicos que para cada niño Dios crea un alma? ¿Y cuándo la inserta? ¿En el
momento de la concepción? (no es de recibo) ¿en el momento del parto?...¿Aún
estamos en el s. IV?
Por otra parte ignorar que esa vida que se está gestando
difiere de la vida del propio corazón, o ignorar que es vida humana en potencia
tampoco responde a un conocimiento de lo que es, sino a una ideología
determinada tan violenta y absurda como la dogmática. Por ello entiendo que ni
el útero está meramente al servicio de la gestación, ni la vida del gestante
puede estar pendiente de una mera veleidad de quien lo concibió y lo está
gestando. No entiendo que el aborto pueda ser sagrado, pero sí que la gestante
ha de tener una resposabilidad superior a todos los demás en el caso de su
gestación, salvo imposibilidad del tipo que sea.
La incongruencia de la Conferencia Episcopal, que quiere
mantener las riendas de una institución dogmática (quizás estén convencidos de
que eso lo quiere Dios -¿qué Dios?-), hace a veces comparaciones totalmente
insultantes, predicando desde la distancia (hay pocos menos comprometidos en el
quehacer diario que los obispos): Un aborto es un asesinato, es matar a una
persona inocente. Y eso sin distinguir casos, ni circunstancias. (Suelen
hacerlo en muchos temas -en materia de sexo no hay parvedad de materia...-)
Tenemos testimonios desgarradores de madres que se han visto obligadas a
abortar por deformaciones tremendas de sus fetos, y ¿estas son equiparables a
un asesino? ¿Cuando no a un terrorista como se llega a afirmar? ¿Son unas nazis, comparables a los que
organizaban los hornos crematorios o la selección biológica? ¿Dónde queda la
comprensión y la misericordia en los obispos y en los católicos?
Por descontado que el nasciturus tiene derechos y también
los tiene la madre, mas sólo la mujer es persona, el feto es un proyecto de
vida dependiente de la mujer y nunca podrá superponerse o gozar de la plenitud
de derechos de esta. Y en las trágicas circuntacias de que entren en conflicto
esos derechos ¿qué hacer? ¿se ha de condenar a la madre que aborte? O ¿se la ha
de obligar a tener un hijo con una malformación grave y a cargar con ello toda
la vida porque lo quiere Dios? ¿Qué es lo que quiere Dios -y qué Dios-? Sin
duda ha de prevalecer el derecho de la persona. En el Congreso, los
parlamentarios podrán sacar la ley que les dicte sus prejuicios, dogmatismos, o
consignas, pero...
¿Por qué los dogmaticos se respaldan en Dios para imponer
sus propios juicios y prejuicios? ¿Y sobre todo su consciencia atrasada que
ignora por sistema todo avance de la humanidad? ¡El fundamentalismo católico!
¡Pobre Dios! ¡Responsable de los disparates de los hombres
ignorantes!
José A. Carmona
Publicado por juanvinuesa a las 14:00 10 comentarios:
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jueves, 6 de febrero de 2014
Apunte acerca del contemplar
Estamos inmersos en la cultura del preguntar. “¿Por qué?”
“¿Qué?” La objetividad es la gran obsesión. Lo que llamamos nuestro pensar gira
en torno al preguntar. Al romper con el dogmatismo hemos desarrollado el
espíritu crítico que en la ciencia y en la filosofía-búsqueda ha alcanzado su
cima. Hemos institucionalizado el “sentido común”. Y esto es bueno pero
claramente insuficiente.
Sin embargo, las ideas que merecen ser puestas en duda son
las que más se dan por supuestas -el sentido común- (Whitehead). Entender la
realidad como lo enfrentado objetivamente al sujeto nos hace perder de vista la
contemplación, pues la mente no puede ir más allá de sí misma (Nisargadatta).
El Ser no puede caer dentro de los términos creados por la propia mente,
términos que nos llevan al conocer, nunca al ser: siempre el objeto frente al
sujeto.
Sólo saliendo de la mente (que es dual), sólo dejando de
preguntar por el “qué” se puede llegar a ser. El resultado de una pregunta es
lo preguntado presentado como respuesta. La Realidad, el Absoluto, Dios no
puede ser alcanzada/o, sólo podemos “serla/o”. (Yo soy la cepa y vosotros los
sarmientos. El Cuerpo Místico que en los comienzos se le llamó Cuerpo Físico de
Cristo)
Nos dice Eckhart en sus sermones, refiriéndose a Dios:
“Cuanto más uno te busque, tanto menos te encontrará...” “Si no lo buscas, lo
encontrarás”.
José A. Carmona
Publicado por juanvinuesa a las 19:00 1 comentario: Enlaces
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lunes, 3 de febrero de 2014
Una referencia a JIDDU KRISHNAMURTI
Todos hemos oído hablar de Krishnamurti e incluso hemos
leído algunas de sus obras, de sus entrevistas... Si queremos información sobre
su vida y su bibliografía nos bastará con abrir la Wiquipedia (o Wikipedia). Yo
me limito a dar un par de detalles sobre su biografía y copiar algunas de sus
reflexiones.
Hay quienes lo han considerado un Mesías, un Maitreya, no me
encuentro entre ellos, no cabe en mi cultura. Y mi yo también está hecho de mi
cultura. Es uno de los maestros espirituales más importante del siglo XX. Sus
enseñanzas han inspirado a millones de personas procedentes de campos muy
diversos en los últimos decenios.
Nació en la India en 1895 y murió en California (EEUU) a los
90 años. De niño fue recogido por una sociedad teosófica india. Con poco más de
treinta años se apartó de dicha sociedad y rechazó todo tipo de organización
jerárquica.
Urgía a sus oyentes que fuesen maestros de sí mismos,
promoviendo una conciencia del conflicto interior. Rechazaba todo dirigismo
religioso o de cualquier otro tipo.
Según su pensamiento el conflicto externo surge porque hay
un conflicto interno, cuya raíz está en la insistencia equivocada que tenemos
los humanos en “lo que debería ser” en vez de en “lo que es”. Si lo que es es
desagradable nos resistimos al hecho, tratamos de eliminarlo. Al reaccionar de
este modo experimentamos una sensación ficticia en la que dividimos observador
y observado. Esta división (dualidad ficticia, propia de la mente) es la
esencia de la violencia.
Paso a copiar algunas de sus reflexiones en las que habla de
la envidia como expeirencia interior, que a mi juicio son muy interesantes.
“El proceso dualista...Volvemos a la vieja cuestión: ¿Existe
diferencia entre lo bueno y lo malo? ...El mundo real (el mundo que nos llega
por medios de los sentidos y de la mente) es división. Hemos dividido lo bueno
y lo malo, el pensador y el pensamiento, el experimentador y la experiencia.
(Si uno se condena a sí mismo por haber hecho algo, se encuentra dividido). “No
debería”, “debo”, “llegaré a ser”, y todo lo demás genera división en uno
mismo. Quisiera preguntar...: ¿Es el experimentador distinto de lo que está
experimentando o el pensador distinto de sus pensamientos?...Cuando decimos:
“Soy envidioso”, existe una división; entonces “yo” trato de controlar o
racionalizar mi envidia, de justificarla o suprimirla y demás; pero el “yo” es
envidia, no algo separado de ella.”
“¿Son opuestos (el bien y el mal)?¿O no tienen ninguna
rtelación entre sí? Para mí el bien está completamente divorciado del mal, al
igual que el amor no está relacionado con el odio. El amor no siente nada
respecto al odio, no tiene relación alguna con el odio, no abarca o incluye al
odio.” “El amor es algo completamente diferente tanto al odio como al deseo.”
“El deseo (como el odio) acarrea conflicto, pero el amor nunca puede acarrear
conflicto..., no sabe lo que es el conflicto.”
“Si cuando digo que lo (a alguna persona) amo existe el
menor indicio de apego, celos, cualquier asomo de conflicto, entonces no es el
auténtico (amor)”... “Cuando no existe el más mínimo indicio de apego a otra
persona, eso no significa falta de amor”
“Si realmente hay atención, no hay yo” “En la meditación no
hay absolutamnete ningún meditador” “Cuando realmente está mirando algo, hay
ausencia del ego”
“El amor no es
exclusivo... no es limitado” “No es deseo, no es placer” ...“cuando hay interés propio, no puede
existir amor. El interés propio es muy
reducido”
“Si soy “envidioso”, la envidia soy “yo” y por tanto no
puedo actuar sobre ella”. De modo que no se trata de suprimirla, de
transmutarla... Si soy envidia, la observo, la vigilo con muchísimo cuidado,
sin intentar actuar sobre ella (recordemos que en el acto de observar no hay un
“yo” que observa)... Veo todo el movimiento de la envidia, que es comparación y
demás. De modo que la observo sin que ningún pensamiento interfiera en mi
observación. Eso requiere muchísima atención... en la que el ego no existe.”
“No hago ninguna valoración, no digo que no deba tener envidia, ni que es inmoral...en
esa atención que es observación no hay ningún ego (yo) en absoluto. No se trata
de investigar, que es aprender, se trata de observar."
“Igualmente en
el amor no hay imagen”
“La envidia no es amor, la envidia no puede ser descartada
(sin conflicto interior). Por tanto, obsérvala, mírala, deja que se vaya
mostrando. No la condenes, no la transmutes, no la niegues, ni la rehuyas.
Simplemente obsérvala, préstale toda tu atención.” “Con esto la saco a la luz,
no la inhibo, si la inhibiera se presentaría de nuevo”
Personalmente entiendo que su visión de “lo que es” es una
aportanción enorme a la humanidad, pero que su propio pensamiento tiene muchos
ribetes de obscuridad para nuestra mentalidad platónica-aristotélica, por lo
que puede ser que no nos resulte asequible del todo.
José A. Carmona
Publicado por José A. Carmona a las 0:22 1 comentario:
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sábado, 25 de enero de 2014
QUIZÁS
Hay muchas personas
que son ineptas, a las que asusta tanto la vida que prefieren vivir subyugados
por una autoridad de hierro y que un gobierno que no admite discusión les diga
qué tienen que hacer y pensar. Son idiotas y peligrosos. Abundan en todas las
sociedades, más aún en las que son dogmáticas y se autoproclaman de origen
divino.
José A. Carmona
Publicado por José A. Carmona a las 11:02 6 comentarios:
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